El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cerró los actos de su investidura con un servicio interreligioso en la Catedral Nacional de Washington. Sin embargo, el evento no terminó en armonía, ya que el mandatario expresó su molestia por el mensaje de la obispa Mariann Edgar Budde, quien hizo un llamado a la misericordia hacia los migrantes y las comunidades LGBT.
Durante su intervención, Budde apeló directamente al presidente para que mostrara misericordia hacia aquellos que viven con miedo en el país. “Señor presidente, le pido que tenga piedad de las personas en nuestras comunidades cuyos hijos temen ser separados de sus padres”, expresó la obispa. También destacó el aporte de los migrantes al país, señalando que muchos trabajan en sectores esenciales y son buenos vecinos, a pesar de no contar con documentación legal.
Además, Budde habló sobre los temores de niños y jóvenes pertenecientes a la comunidad LGBT, quienes enfrentan discriminación y violencia. “Hay niños gays, lesbianas y transexuales en familias de todas las afiliaciones políticas que temen por sus vidas”, dijo.
El mensaje no fue bien recibido por Trump, quien mostró gestos de desagrado durante el sermón. Al regresar a la Casa Blanca, cuando un periodista le preguntó su opinión sobre el servicio, el presidente respondió: “No fue muy emocionante. No me pareció un buen servicio. Podrían hacerlo mucho mejor”.
Entre sus primeras órdenes ejecutivas destacan la declaración de emergencia nacional en la frontera con México y el anuncio de aranceles del 25% a productos mexicanos y canadienses a partir del próximo mes. Además, Trump reiteró su intención de deportar a millones de inmigrantes indocumentados y designar a los cárteles como organizaciones terroristas.
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