Fieles a la tradicional tradición de preocuparnos por aquello que debemos preocuparnos y levantar polvo por el mero goce de levantar polvo, analistas, políticos y pedestres ciudadanos de a pie de derechas, izquierdas y centros (sí, centros), se manifiesta consternados por el triunfo de Donald Trump para un segundo mandato presidencial de los Estados Unidos de América. Lo que se vaticina vaticinadoramente es el acabose más que el continuose del empezose (Mafalda dixit). En pocas palabras, una nueva era que inaugure el final de los tiempos, “un escenario lleno de pólvora” (Leopoldo Gómez dixit), que “se nos puede volver radioactivo” (Arturo Sarukhán dixit) y “con la bilis este sobre la mesa […] que viene a vengarse en muchos sentidos” (Lorenzo Córdova dixit), es decir; el mal de todos los malignos males. Sumado a ello, la siempre elegante y bien peinada doctora Dresser nos advierte que se trata de “un peligro para México y colocará al gobierno de Claudia Sheinbaum en una postura de enorme vulnerabilidad porque el Trump que regresa es un Trump recargado”. Los años venideros serán negros de una negra negritud o no serán, cosa que resulta paradójica porque por donde se lo mire, si es que alguien puede mirar envuelto en tanta oscuridad, será el final.
Y es que, como lo hemos dicho con insistente insistencia en este espacio, una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, y no es lo mismo que la radioactividad trumpista sostenga que va a terminar de construir el muro entre Estados Unidos y México para contener la migración ilegal, al mismo tiempo que expulsará de forma masiva a todos los migrantes cuya situación no se encuentre legalizada, a que la derecha mexicana sostenga que la migración, principalmente haitiana y centroamericana, en nuestro país es un problema que debe detenerse y evitarse; del mismo modo que no es lo mismo que Trump, con la bilis sobre la mesa prometa que acabará con los cárteles de la droga en México utilizando fuerzas especiales dentro del Departamento de Defensa para dañar a los líderes de las organizaciones, a que la opositora oposición mexicana implore porque Trump acabe con los cárteles de la droga en México utilizando fuerzas especiales dentro del Departamento de Defensa para dañar a los líderes de las organizaciones y de paso acabe con la política mexicana de abrazos y no balazos; así como no es igual la trumpista propuesta de poner a los padres a cargo y darles la última palabra en cuanto a los temas, filias y fobias que se deben trabajar en la escuela pública, proponiendo recortar el financiamiento de las escuelas que enseñan teoría crítica de la raza e ideología de género, que el derechista rechazo a la “ideologización” de los contenidos educativos de la Nueva Escuela Mexicana y los libros de texto.
En la misma línea de las diferencia de lo que resulta evidente que no es igual, es absurdo pensar que la reducción de impuestos, propuesta por el vengativo Donald Trump, que beneficia principalmente a quienes tienen grandes ingresos, es igual de todo igualdad a la constante perorata opositora que se opone a cualquier aumento de impuestos en México a la riqueza y las grandes herencias; o que es igual la promesa trumpista de terminar con la guerra en Ucrania, que la sensible demanda de la siempre bienintencionada derecha mexicana de terminar con la guerra en Ucrania.
Por otro lado, la preocupante preocupación frente a la maligna maldad trumpista, también encuentra trumpistas antitrump en el extremo opuesto del espectro político mexicano, y la izquierda nacional se encuentra tan consternada como la derecha nacional no nacionalista. Y es que resulta indignante que Trump pretenda proteger el mercado estadounidense aplicando aranceles en contra de toda lógica globalizadora y neoliberal, porque el rechazo a los principales principios del neoliberalismo no es el rechazo a los principales principios del neoliberalismo si se rechaza al norte del Río Bravo que si se rechaza al sur del mismo, el proteccionismo y los incentivos al mercado interno trumpista nada tiene que ver con el proteccionismo y los incentivos al mercado interno de la cuatrote; del mismo modo que es atroz que el trumpismo pretenda aumentar la producción energética estadounidense para garantizar energía accesible a toda su población, y en nada es igual a la búsqueda de la soberanía energética que promueve el gobierno morenista en México. Y eso por no entrar a detalle de lo terrible que resulta esa promesa de obtener atención médica de calidad para el pueblo estadounidense, quienes tienen uno de los peores y más caros sistemas de salud en el mundo, nada tiene ello que ver con la promesa y los esfuerzos que se están realizando en México, que está muy lejos de tener uno de los mejores sistemas de salud del mundo, para obtener atención médica de calidad para el pueblo mexicano. Para concluir, un segundo término trumpista que tanto preocupa a la izquierdista izquierda mexicana, propone no firmar una prohibición federal del aborto, combatir la censura en línea y no contribuir a los esfuerzos imperialistas de la OTAN y su cláusula de defensa colectiva, todo ello en franca y abierta oposición no opuesta a lo que representa la agenda de la izquierda mexicana.
Entrados en gastos
Nunca podremos estar suficientemente preocupados frente a lo propuesto por Trump para su segundo mandato, sobre todo, si tomamos en cuenta que el radioactivo próximo presidente de nuestro vecino del norte, en su primer mandato, no cumplió con el 53% de sus promesas, no cumplió con construir un muro en la frontera entre México y Estados Unidos y tampoco hizo que México pagara por el muro, lo poco que se ha construido del mismo se ha pagado gracias a los contribuyentes estadounidenses, tampoco cumplió la amenaza de imponer aranceles a México de hasta 25%, no rompió con la OTAN, no abrió un proceso judicial en contra de Hillary Clinton, y no derogó ni remplazó la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio, entre otras muchas promesas que no cumplió. Razones de peso para que nos preocupemos preocupantemente frente a la narrativa trumpista, la cual, entre otras cosas, devela la hipócrita hipocresía liberal que mientras sostiene públicamente estar preocupada por lo que es políticamente correcto decir públicamente que se está preocupado, se ocupa en privado de aquello que resulta rentable y provechoso ocuparse en privado.
- Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
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