La Cumbre del G20 celebrada recientemente en Brasil se desarrolló en un momento crítico para el mundo. El cambio climático, la desigualdad económica y la inseguridad alimentaria fueron algunos de los temas más apremiantes en la agenda. En este contexto, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, destacó por su visión transformadora y su capacidad para plantear soluciones que posicionaron a nuestro país como un líder comprometido con el cambio global.
Desde el inicio, Sheinbaum demostró que México tiene mucho que aportar a las discusiones internacionales. Una de sus propuestas más ambiciosas fue la creación del programa de reforestación más grande de la historia, financiado con un 1% del gasto militar global. Esta medida, además de ser un llamado a la paz, busca revertir los efectos del cambio climático y preservar la biodiversidad. La iniciativa resonó entre los líderes presentes, quienes reconocieron la importancia de redirigir recursos hacia objetivos que beneficien a la humanidad en su conjunto.
Otra intervención clave fue su propuesta para reformar el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, buscando democratizar este órgano y ampliar la representación de países en vías de desarrollo. Sheinbaum enfatizó que las decisiones internacionales deben reflejar las voces de todas las naciones, especialmente de aquellas que enfrentan desigualdades estructurales. Este planteamiento se alinea con el creciente llamado a una gobernanza global más inclusiva y eficaz.
En el marco de la cumbre, la presidenta mexicana sostuvo reuniones bilaterales con mandatarios de países clave, entre ellos Estados Unidos, Canadá, China, Francia, Vietnam, Colombia y los miembros de MIKTA (México, Indonesia, Corea del Sur, Turquía y Australia). Con China, destacó el interés mutuo por fortalecer el comercio bilateral y explorar nuevas oportunidades de inversión en infraestructura. Con Estados Unidos y Canadá, las conversaciones giraron en torno a la cooperación para combatir el tráfico de armas y mejorar los flujos migratorios en la región, consolidando un enfoque de responsabilidad compartida. Además, con Francia y Vietnam, se abordaron temas de sostenibilidad y energías renovables, subrayando la importancia de transitar hacia economías más verdes.
Un aspecto fundamental de la participación de México en la cumbre fue su firme respaldo a la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza. Este acuerdo, que busca garantizar el acceso a alimentos y recursos básicos para las poblaciones más vulnerables, está en perfecta sintonía con los programas sociales que el gobierno mexicano ha implementado a nivel nacional, como Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo el Futuro. La presidenta enfatizó que el combate al hambre no sólo es un deber ético, sino una estrategia para fortalecer la estabilidad global.
Además, México apoyó la implementación de un impuesto global a las grandes fortunas, diseñado para gravar la riqueza de los superricos y financiar iniciativas sociales y climáticas. Este enfoque, considerado audaz por muchos, busca equilibrar las asimetrías económicas y promover una redistribución más justa de los recursos. La postura de Sheinbaum en este tema consolidó su reputación como líder progresista y también dejó claro que México está dispuesto a asumir responsabilidades globales en favor de la equidad.
Durante su participación, Sheinbaum destacó la importancia de fortalecer los mecanismos de cooperación Sur-Sur. Este enfoque busca que los países en desarrollo trabajen juntos para construir soluciones innovadoras y sostenibles frente a los retos compartidos. En su discurso, subrayó que América Latina tiene un enorme potencial para liderar iniciativas en energías limpias, seguridad alimentaria y desarrollo tecnológico, destacando que el trabajo conjunto puede transformar las perspectivas económicas de la región.
Otro momento importante fue su intervención en el debate sobre la transición energética, donde México presentó su compromiso con el uso de energías renovables y la implementación de políticas para alcanzar la neutralidad de carbono antes de 2050. La presidenta hizo un llamado a los países desarrollados para que cumplan con sus compromisos climáticos y apoyen financieramente a las naciones en vías de desarrollo para acelerar su transición hacia modelos energéticos sostenibles.
Los acuerdos alcanzados en la cumbre, como los compromisos climáticos y las estrategias para reducir la brecha económica, consolidaron al G20 como un espacio para la acción concreta. Pero también dejaron claro que la participación activa y propositiva de líderes como Sheinbaum es fundamental para avanzar hacia un mundo más equitativo.
La presencia de México en el G20 no pasó desapercibida. Las propuestas de nuestra presidenta fueron escuchadas, marcando el rumbo de las discusiones. La reforestación masiva, la reforma de las instituciones internacionales, la lucha contra el hambre y el impuesto a las grandes fortunas no son únicamente ideas; son llamados a la acción que evidencian la responsabilidad de México con el futuro global.
Esta cumbre demostró que nuestro país está listo para liderar con audacia y empatía. Bajo la dirección de Claudia Sheinbaum, México se consolida como un actor global que no solo plantea soluciones, sino que inspira a otros a unirse en la construcción de un mundo más justo, sostenible y humano.
- La columnista, Mariuma Munira Vadillo Bravo, es Maestra en Derechos Humanos y Garantías Individuales, Subdirectora Ejecutiva en la Unidad de Desarrollo Regional y Bienestar Social del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, ex Secretaria de la Mujer Oaxaqueña. Puedes contactarla en Facebook: MUMA Mariuma Munira, Twitter: @MariumaMunira.
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