Ernesto Zedillo arremetió contra el naciente gobierno de la presidenta Claudia Shienbaum, justo el mismo día que cumplió su primer mes, por supuestamente fomentar “crisis constitucional” y tener “pobre desempeño”; razonamiento que supera el máximo nivel de descaro, mentiras, además que da para pensar cuál es la verdadera intención.
Primero, el expresidente de México (1994-2000) en el The Washington Post asegura que la aprobación de la enmienda constitucional “se completó en apenas unos días”. Con ello, ignora que la iniciativa se presentó desde febrero, fue discutida en cinco foros de diálogos nacionales- integrado por legisladores, representantes de los togados- y que ha sido un tema sumamente discutido en la agenda pública antes de llegar al 15 de septiembre que fue promulgada.
En el descaro total afirma que esta reforma se presenta como un proceso democrático “absurdo” porque las listas de candidatos para jueces, magistrados y ministros serán determinadas por el “partido Gobernante”. Como si durante su gestión él hubiera dado ejemplo de fomentar que los juzgadores fueran independientes.
Quien ahora se asume con la calidad moral para juzgar a la presidenta sobre qué es lo correcto, cerró durante un mes la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para que, mediante jubilación inmediata, se renovaran 26 ministros. La renovación sería con base propuestas del presidente de la República y aprobados por mayoría calificada de la Cámara de Senadores.
En 26 días, Zedillo firmó la iniciativa, la promulgó con reformas a 20 artículos aprobadas también por la mayoría en al Cámara Alta, diputados y congresos locales. En pocas palabras, fue cuestión de trámite.
Los sexenios morenistas, tanto el pasado como el presente, han vivido múltiples expresiones en contra de la reciente enmienda judicial, presentada en febrero de 2024 por el ex presidente López Obrador. ¿Acaso algún contingente mínimo de trabajadores protestó ante la reforma a raja tabla del “reconocido” doctor en economía?
Por el contrario, el proyecto de 1994 fue ampliamente respaldado por el PRIAN y de la misma cúpula judicial, sin discusión previa, con exorbitantes jubilaciones y sin considerar la opinión de la SCJN.
Se aplicó a raja tabla y sin reclamos porque, como deducen el politólogo Guillermo Ruiz Morales y el abogado Alberto Rocha, “el nuevo presidente no estaba dispuesto a convivir con una serie de ministros que habían sido designados por su predecesor (Carlos Salinas) y quería influir ampliamente en las decisiones de la Corte”.
Ahora, el priísta juzga a la ligera un supuesto “pobre desempeño” de la primera presidenta de México, cuando todas las encuestas de aprobación le dan un promedio del 72 por ciento de aceptación. Es decir, en los hechos, dos terceras partes de los mexicanos confían en ella y valoran positivo el arranque de su sexenio.
Situación contrastante con Ponce de León que arribó al poder tras suplir al fallecido Luis Donaldo Colosio, y que, para el 3 de enero de 1995 tenía solo el 24 por ciento de aprobación. Todo ello ante el el error de diciembre, la pérdida de empleos, quiebra de bancos y una devaluación del peso nunca vista del 50 por ciento frente al dólar.
Por otra parte, el “respetado” economista no emite dicha opinión alarmista sobre la situación política y judicial en México sin un interés claro más que alarmar con base en un prejuicio ideológico y carente de sustento. Como ya dedujo en respuesta la presidenta Sheinbaum, lo hace en un medio internacional y no en un medio nacional, por lo que se dirige “pues a los estadunidenses, ¿no? O al gobierno de Estados Unidos o a la política de Estados Unidos”.
Desde su estancia en aquel país, Zedillo parece estar preocupado por los intereses de las empresas extranjeras, mismos a los que sirve desde que entregó los ferrocarriles a los privados durante el cierre de su sexenio y banqueros que buscó rescatar en 1995 con el Fobaproa.
Esto no es un dicho, pues en casi diez años, Zedillo acumuló acciones en CitiGroup, grupo al que vendió Banamex, por más de 2 y 4 millones de dólares, razón por la que se dijo en 2022 que su sueldo acumulado ya era 10 veces más grande que lo que ganó siento titular del Ejecutivo en México.
Tal parece que la “preocupación” del repudiado ex mandatario, hasta por mismos priístas y su antecesor, realmente siente que el modelo judicial que instauró de un plumazo, finalmente tendrá una reestructura. Quizá, con la emergencia de togados electos por el pueblo, su todavía influencia y comparsas en el Poder Judicial se ven derrumbadas.
Pensándolo bien, ¡qué siga por allá mejor!
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