El grupo de Telefonistas Construyendo Democracia se manifestó desde la Torre Latinoamericana a las 10:00 horas hacia el Zócalo Capitalino con motivo de la marcha “Tomamos la calle para ser escuchados”.
Que desde la privatización de Teléfonos de México en 1990 y hasta la fecha, Carlos Slim, sus socios, el estado mexicano, otras grandes empresas y el IFT, con la complicidad de la dirección del STRM, han usurpado al pueblo de México la soberanía sobre uno de los sectores más importantes y estratégicos para el desarrollo y bienestar de los mexicanos:la soberanía sobre las telecomunicaciones.
De la misma forma en que el sector energético fue asaltado por intereses rapaces, las telecomunicaciones han significado exorbitantes ganancias y un botín para unos cuantos y accesos deficientes, muy limitados y caros para los usuarios de a pie, como nos lo demostró la pandemia por COVID en los últimos dos años, que ha obligado a muchos trabajadores y familias con hijos en edades escolares a pagar servicios de internet y padecer las limitaciones y fallas desde sus confinamientos.
Que cada vez se reducen más, y más drásticamente, las posibilidades de acceso a servicios de telecomunicaciones a los sectores más aislados y desprotegidos de la sociedad.
TELMEX acaba de ceder concesiones de espectro radioeléctrico a TELCEL, cancelando la posibilidad de su utilización para dar cobertura social a donde haga falta y favoreciendo los negocios rentables para usuarios de más capacidad adquisitiva, contribuyendo a lo que se conoce como ensanchamiento de la brecha digital y a un eventual freno al desarrollo del sector.
Se destaca que el crecimiento de empresas contratistas y el outsourcing han significado el deterioro de las condiciones de trabajo y bajos salarios de toda la clase obrera de México, y los trabajadores de las telecomunicaciones no son la excepción.
Las empresas, incluida Teléfonos de México, a lo largo de las últimas décadas ha modificado los requisitos de ingreso llevándolos a niveles académicos cada vez más altos, exigiendo así a la sociedad, que es quien paga universidades e institutos públicos, que aporte mano de obra con alta calificación, pero no se devuelven los salarios correspondientes.
Por su lado, las empresas terceras, filiales, subcontratistas o subsidiarias ingresan a sus filas trabajadores a los que pagan salarios muy bajos y en condiciones laborales irregulares. Lo que permite que las empresas del sector presionen a sus propios trabajadores con políticas salariales y laborales muy agresivas.
Comentan que hacen notar que un CCT no sólo significa beneficio para el gremio inmediatamente cobijado por el mismo, sino una conquista de toda la clase obrera y un referente para las luchas y resistencias contra la voracidad de los grandes capitales y que el CCT del STRM-TELMEX se encuentra bajo un serio ataque, especialmente a una de sus conquistas más preciadas, que data de 1926: la jubilación.
Un ataque por dos frentes: uno de ellos, el planteamiento de los dueños que pide la desaparición de la jubilación para personal de nuevo ingreso; el otro, un macabro plan para cambiar parte de los ingresos de nuestras jubilaciones por acciones bursátiles inexistentes, como la genial ocurrencia para “salvar” a TELMEX de su anunciado balance en “números rojos”.
Esto, entre muchos otros incumplimientos al Contrato por parte de la empresa y la complicidad de la dirigencia sindical, como una abultada cantidad de vacantes que la empresa no ha cubierto.
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