Han pasado casi seis años desde que, el entonces por tercera vez candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, se convertía en presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, después de atravesar un camino pedregoso, lleno de espinas y hasta empantanado representado por un fraude estatal y dos federales en su contra, cometidos por los entonces “partidos poderosos” en México y que, hoy en día, conforman la malnutrida y corrupta oposición. Para llegar hasta ese punto, el nacido en Tepetitán, Tabasco, tuvo que sortear no solo aquellos abusos de autoridad sino, también, como ha sido contado de su propia voz, enfrentó cara a cara, la pobreza transgeneracional en aquel estado sureño. Es así como comenzó el anhelo de justicia e igualdad, que se convertiría en el motor para buscar con obstinación y desde el poder, cambiar la realidad de millones de connacionales. El recorrer México, el conocer todos los municipios del país, proeza que pocos políticos han alcanzado por la ardua labor que representa, le permitió escuchar los testimonios de quienes fueron abandonados a su suerte. Olvidados.
El lema “por el bien de todos, primero los pobres”, significó la diferencia entre seguir sufriendo una vida de carencias, de falta de oportunidades para el trabajo o el estudio y el infortunio de la muerte, de manera literal para quienes, sexenio tras sexenio, políticos llegaban a endulzarles el oído y verles la cara, mientras veían desaparecer recursos públicos destinados a cambiarles la suerte, para salir de esa pobreza infligida como un destino maldito. Por eso, los logros alcanzados durante este periodo de gobierno resultan tan inverosímiles antes quienes conservamos en la memoria la pesadilla que fue vivir bajo el yugo del gobierno de Salinas y, con mayor pena y todavía más mediocridad, los que le sucedieron.
El elevar a rango constitucional los programas sociales como el apoyo a adultos mayores, jóvenes construyendo el futuro, así como las obras de infraestructura del calado del Tren Maya, el Tren Interoceánico, el Aeropuerto internacional Felipe Ángeles o la refinería de Dos Bocas, son algunos de los ejemplos más sobresalientes de este gobierno que se dedicó, a contrarreloj, a cambiar la tendencia que auguraba cada vez más y más miseria entre la población, sobre todo de la región sur, la que es tal vez, la más rica en recursos naturales de toda nuestra geografía. No por nada, en este sexenio se logró la hazaña de sacar de la pobreza a más de 9 millones de mexicanos, algo jamás pensado en otros tiempos, en donde en lugar de disminuir esa cifra, aumentaba.
¿Quedan retos por cumplir? ¡Claro! No se pueden juntar las millones de piezas de todos los grandes problemas de una nación, en solo 6 años. Aún es tarea pendiente mejorar el actual sistema de salud que en la mayoría de los casos deja mucho que desear, del cual los propios servidores públicos forman parte del entuerto, por su trato a la población; la inseguridad pública y la de los cárteles que la provocan o la falta de una fiscalía más ágil para resolver casos de gran corrupción antes de que los culpables de tales delitos, se marchen caminando o en sus autos de lujo, son algunos ejemplos pero, sin duda, en este periodo de gobierno se sentaron las bases para que la realidad de estos lastres que se iniciaron en otros sexenios y solo se aparentó que se atendían, dejen de ser un problema para el país. Después de tantos años, el discurso político del jefe del ejecutivo que se escuchó por años, dejó su acartonamiento y pasó de estar lleno de palabras huecas, a realidades concretas.
Te atacaron, de todas las maneras posibles, te denostaron y ganas no les faltó de acabar contigo, pero siempre te rodeó el pueblo que votó por ti, que nunca perdió la esperanza de un cambio, a pesar de los Fox, Calderones o Peñas. A una semana de terminar tu mandato, presidente, te agredieron por tu convicción de combatir las injusticias contra el pueblo, desde la vitrina del poder judicial. En la oposición aplaudieron a tu agresor, lo tildaron de “héroe nacional”, pero con ese acto, perpetrador y aplaudidores del hecho, solo acreditaron su bajeza moral representada en una botella de agua, mientras tú incrementaste la tuya al recibir el apoyo de millones de ciudadanos, que son una absoluta mayoría, en comparación con los que alientan el odio a ti y a lo que representas. Ya parece que, después de todos tus años de lucha contra el antiguo sistema y sus deliberadas injusticias, de las vejaciones y los fraudes electorales, de la zozobra ante gobiernos represores golpistas, que desaparecían gente y vendían la patria para repartirse las ganancias entre unos cuántos, ibas a claudicar ante el golpe de una simple, mediocre y pequeña oposición, perdón, botella de agua.
Se va un referente de la política mexicana que también es el de la incansable lucha por la justicia social y un ejemplo para las izquierdas de todo el mundo.
Para los otros, para los que se ofuscan de tu triunfo, de tu gobierno, de tus proyectos, de tus logros, para aquellos quienes creen tener la verdad absoluta, para quienes creen que sus letras valen, porque se encumbraron bajo la falsa luz que otorgan las luces de los reflectores y el reflejo de las cámaras, para esos que creen que el pueblo es tonto, iletrado, malo, corrupto, jamás lograron comprender que una ofensa a ti, era ofenderlos a ellos y tampoco les importo y con eso, la oposición del escaparate, también dejó de importar.
No te amilanaste, como hacían los gobiernos anteriores, frente a los poderes extranjeros, nos ayudaste a recobrar el sentido de identidad, porque ahora el mexicano es capaz de reconocer que no importa el gobierno que haya, este no lo define, sino que el ciudadano es quien lo elige y le exige y, además, porque lo definen sus raíces, su cultura, su trabajo, su mano de obra e inteligencia.
El 1º de octubre será un día bizarro, uno donde habrá alegría y a la vez tristeza pues enmarcará, por una parte, el inicio de la continuidad de tu proyecto de nación, pero por otra, significará tu despedida pública y política, algo que, después de todos estos años de lucha, ni tus rivales políticos pensaron que llegaría.
Estas palabras van dedicadas no solo para quienes pueden leerlas, sino, de manera principal, para los que el abandono institucional histórico de los gobiernos anteriores, los relegó casi a la aniquilación sistemática. A ellos, a sus descendientes, a los pueblos originarios, a los más pobres, a quienes su preocupación principal, radica en sobrevivir, a los que son mal vistos por una condición de pobreza que nunca pidieron y un tono de piel que los condenó al exilio en su propio país. Por ellos, por todos.
Vivimos historia, la que eres, la que construiste y la que heredas a las futuras generaciones de mexicanos y luchadores sociales del mundo, pues convertiste a esta en pasado, presente y futuro de un México mejor, que hoy te dice: ¡Gracias, presidente!
- Twitter: @Pablo_OcampoEsc
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