En el 2020 hubo un doctor que se hizo muy famoso en las Mañaneras por ser Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud y encargado del tema COVID por instrucciones del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien lo elogiaba y se apoyaba en él cotidianamente. Muy pronto la popularidad del Subsecretario subió como la espuma. Llamaba la atención su personalidad agradable, su voz firme, su posición claramente de izquierda y anti neoliberal, su paciencia (a pesar de su intenso ritmo de trabajo) para explicarle una y otra vez a los medios tradicionales las mismas preguntas sin caer en las trampas y zancadillas que los reporteros le tendían. Ello sin perder el enfoque y conducir con experiencia y conocimiento obvios el tema epidemiológico, en esos momentos tan inciertos en todo el mundo.
Pese a su buen desempeño que incluso lo llevó a ser incluido como integrante del Comité de Expertos del Reglamento Sanitario Internacional de la OMS (Organización Mundial de la Salud); su brillante papel para controlar el COVID y el pánico de la población; combatir la ola de desinformación más grande que se haya presentado en el país; y su evidente carisma que lo llevó a ser de las figuras más queridas y reconocidas de ese entonces (incluidos varios clubes de admiradoras); la hoy presidenta electa Claudia Sheinbaum no lo contempló para ningún puesto en su gabinete.
¿Por qué tal ingratitud? Según la plataforma digital La Política Online, “Claudia tuvo diferencias con López-Gatell por el manejo de la pandemia derivada del virus de COVID-19. Los principales diferendos se dieron en torno al repunte de contagios de la enfermedad en la capital, cifras dispares sobre el porcentaje de ocupación hospitalaria, el nivel de alerta en el semáforo epidemiológico y el uso obligatorio del cubre bocas”.
Sin embargo, es evidente que la guerra sucia desatada contra el doctor por parte del poder mediático y económico, se encargó de falsear y sacar de contexto sus declaraciones. Como cuando Gatell expresó que “el uso de cubre bocas no era suficiente para aislar el virus”, refiriéndose a que la mejor medida era el permanecer en casa, a lo que los medios tergiversaron y aseguraron a cuatro columnas que, según Gatell, “los cubre bocas no servían”.
Si Claudia se tomó el tiempo de aclarar y hablar directamente con el doctor al respecto, como buenos compañeros en momentos de crisis tan delicadas, es difícil saberlo a ciencia cierta. Sin embargo, por el veto tan obvio y rotundo de la presidenta electa hacia el doctor, es evidente que sí hubo algo de cierto en estas diferencias tan cacareadas por medios chayoteros. Estas supuestas discrepancias, se tomaron como osadías y desacatos imperdonables dignos de excomunión, sin tomar en cuenta el compromiso del galeno con la transformación, la justicia social y la salud pública.
Se sabe que en la vieja forma de hacer política en México, todo mundo cierra filas, todo mundo tiene que (sí o sí) respaldar las decisiones de los líderes y que nadie se puede atrever a pensar o actuar diferente. Pero por ejemplo, en estos tiempos de relevos generacionales y nuevas maneras de hacer política, en el Comité Ejecutivo Nacional de morena, se rumora que por el veto contra López-Gatell por parte de Sheinbaum, Clara Brugada la jefa de gobierno electa de la Ciudad de México, tampoco dio señal para incorporarlo a su gabinete, ello para no contrariar a la próxima mandataria de México.
Y mientras en México el doctor Gatell era objeto de una tremenda campaña de desprestigio, dirigida entre otros, por grandes grupos como el de la Coca Cola, que intervino en medios de comunicación para que se falseara la información sobre los datos de COVID. Por ejemplo, se afirmó que México estaba entre los cinco países con mayor mortalidad por la pandemia cuando no acabó ni en las primeras treinta posiciones (Johns Hopkins),
Con unos episodios más infames que otros, esta andanada de falsedades fue llevada a cabo por otros grandes empresarios del país a quienes no les importó si la desinformación podía provocar muertes. Incluso pusieron en duda la calidad de cada vacuna simplemente porque ellos la querían vender como un producto de mercado y no como un derecho.
La guerra sucia contra el doctor vino de varios frentes, incluso en el 2020 la diputada federal por Colima, Claudia Yañez Centeno y Cabrera de morena, denunció que un grupo de gobernadores, en su mayoría del PAN y del PRI, habían solicitado en una carta la renuncia inmediata del subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell Ramírez y aseguró: “Esa petición es puro protagonismo montonero”.
Todavía a la fecha, si usted querido lector busca en Google información del doctor, lo único que va a encontrar es información pagada de los medios que se dedicaron a denostarlo como son Infobae, Excelsior, El Universal, El Financiero y demás medios mercenarios y mentirosos.
El principal encono del aparato de la derecha contra el doctor también se debió a su preocupación por la salud pública y su denuncia valiente desde el año 2020, cuando empezó a hablar de la necesidad de regular los refrescos como la Coca Cola, reducir el tamaño de la comida chatarra e impulsar el etiquetado frontal en alimentos.
En tanto que en las cúpulas del poder partidista, de derecha e izquierda el doctor Gatell ha sido atacado y hecho a un lado, el pueblo lo recuerda con cariño y respeto. Igualmente lo aprecia y rescata, el presidente Andrés Manuel López Obrador quien lo nombró su asesor de Salud. Ojalá lo volvamos a ver en la escena pública del país. México necesita esa clase de personas del lado de la Cuarta Transformación y no de gente nefasta como el ahora diputado gracias a Morena, Sergio Mayer o el Zedillista Juan Ramón de la Fuente.
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