Cerrando el sexenio con broche de oro, como solo lo puede cerrar un gobierno que se ha empeñado en esa terrible necedad de ser neciamente un gobierno para su país y no un siervo para las potencias y el capital extranjero, López Obrador decidió pausar la relación con las embajadas de Estados Unidos y Canadá. Todo por la muy pero muy minúscula intromisión de sus embajadores en asuntos internos mexicanos. En particular por que se mostraron honesta y cínicamente preocupados por el futuro de sus intereses, en este territorio que ellos siguen viendo como colonia y nosotros nos empeñamos en llamar país, de cara a la reforma judicial y la elección de jueces, magistrados y ministros. Resulta increíble que alguien pueda llegar a la presidencia de México, sólo porque la gente votó por él o ella, y que no entienda que la presidencia de México debe estar al servicio del gobierno de los Estados Unidos. Canadá es lo de menos, pero oponerse a Estados Unidos y afirmar que primero está la soberanía nacional atenta contra la soberana soberanía de someterse frente al imperio. Porque no sólo es el sector privado nacional quien se ha manifestado en contra de dicha reforma y la eliminación de los organismos autónomos, que autónomamente obedecían los intereses del capital. No. El gobierno de Estados Unidos está preocupado de que los mexicanos piensen que pueden gobernarse por si mismos. Las declaraciones del embajador Salazar revelan el nivel de dichas preocupaciones y preocupa que el gobierno mexicano no esté preocupado por esa preocupación.
Y no se trata, como dice equívocamente al no equivocarse Andrés Manual, de que nuestro vecino del norte, a quien debemos eterna gratitud porque benévolamente nos permite someternos a su voluntad, quiere “tener injerencia en asuntos que solo corresponden a los mexicanos.” No. El asunto es de una gravedad más grave.
El asunto tiene que ver con una idea de soberanía cuatrotera propia de cuatreros de la cuarta transformación, una idea trasnochada, desvelada y egoísta de soberanía antiimperialista ¡Antiimperialista! ¡Cómo si se pudiera genuinamente ser antiimperialista y vivir a la sombra del imperio! Una idea de soberanía que no entiende que no entiende que es necesario entender que la soberanía se reduce al margen de acción que la interdependencia globalizada permite a los países que nunca deben dejar de estar en vías de desarrollo. La soberanía es el libre ejercicio de los límites que las naciones se imponen a partir de sus relaciones comerciales, la inversión extranjera que reciben y los acuerdos, tratados y convenios internacionales que suscriben. Limitando su soberanía, una nación muestra civilidad, y no hay nada más civilizado que reconocer que dependemos del todavía Imperio Yankee, agachar la cabeza y dar marcha atrás a cualquier idea que no les parezca correcta ¿Soberanía? Patrañas ideologizadas que anteponen la dignidad al libre y honrosamente vergonzoso derecho de vivir sojuzgados.
En este contexto, nuestro gobierno y su máximo representante embriagado de representación popular ha declarado que está dispuesto a asumir las sanciones comerciales en aras de defender aquello a lo que se comprometió y por lo que la gente votó. Frente a ello, no han tardado en surgir las heroicas voces que ꟷdesde dentro de nuestras fronteras y fuera de ellasꟷ claman por un intervencionismo que no permita a México ejercer el terrible derecho a la autodeterminación. Y es que tiene todo el sentido el que para defender la presunta independencia del Poder Judicial se esté dispuesto a sacrificar la independencia mexicana. Desde luego que nadie está hablando de mandar batallones del ejercito estadounidense a invadir México. Lamentablemente no. Pero sí de recurrir a una estrategia financiera que logre, a través de la especulación, reventar la economía mexicana. Una estrategia que retire capitales e inversión y deje al gobierno sin recursos para realizar sus grandes proyectos. Que digo grandes proyectos. Deje al gobierno sin recursos. Urge apretar los mercados financieros, atacar al peso, generar una crisis, hacer caer el índice de precios de la Bolsa Mexicana, aumentar la tasa de interés de la deuda mexicana, sacrificar al país para salvar los intereses de quienes importantemente importan en el país.
Entrados en gastos
Necesitamos enviar una nueva comisión al nuevo Miramar para que envíen a un nuevo Maximiliano que ponga en su lugar los aires soberanos de nuestro soberano gobierno. El PRIANismo y la civil sociedad civil se están tardando en escoger cuidadosamente, puesto que todos deben ser dignos de representar la tradición entreguista de las huestes aspiracionistas y conservadoras, a los hombres y mujeres encargados de ofrecer el trono de México al mejor postor. Hombre y mujeres que clamen humilde y fervorosamente por la detención del envío de remesas, por el cese de la pasividad ante la destrucción de las instituciones que el PRIANato creo con tanto cuidado para preservar los derecho y privilegios de la privilegiada clase privilegiada.
- Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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