Sometimes a man wants to be stupid
if it lets him do a thing his cleverness forbids.”
John Steinbeck, East of Eden.
Quienes se autoproclamaban miembros del exclusivísimo “círculo rojo” —Aguilar Camín dixit auctoritas— andan dando tumbos como venados lampareados. Quizá la expresión resulte nebulosa para los menos añosos…
Dando tumbos es una frase que sugiere un movimiento irregular o vacilante, como el que ocurre cuando alguien se desplaza de un lado a otro sin control, tambaleándose como un borracho o una persona que acaba de recibir un buen porrazo en la cabeza. En cuanto a los venados lampareados, la expresión alude, en efecto, a lo que sucede cuando un ciervo es deslumbrado por una luz demasiado intensa, como la de las lámparas LED: el deslumbramiento provoca que el animal quede fatalmente desorientado, se mueva de forma errática y no pueda actuar con la precisión o el control habitual. Y digo fatalmente porque la expresión tiene su origen en la cacería; de hecho, el verbo lamparear significa precisamente “cazar o pescar con la ayuda de una lámpara”. En este caso, la luz obnubila, es decir, nubla, paradójicamente, oscurece. Obnubilar significa “cubrir con una nube”: algo, la realidad en general, queda oculto u oscurecido por un nubarrón. Así que resulta muy pertinente referirnos a las señoras y señores opinócratas conservadores como venados lampareados: la mucha luz que están muy seguros de tener los ha obnubilado.
Peor aún, las y los opinócratas conservadores andan como venados lampareados desde hace ya mucho tiempo, años. El efecto del paso del tiempo sin salir de esa condición ha sido el mismo que el que sufre habitualmente un beodo. Como bien se sabe, la ebriedad se presenta en varias fases: en la primera, el ebrio se da cuenta de que está perdiendo el control, pero después, deja de ser consciente de su propio aturdimiento. En la primera fase de una borrachera, el alcohol produce sensaciones de bienestar, relajación y disminución de la inhibición: euforia y relajación, como la que mostraba el aludido escritor chetumaleño cuando en una videoconferencia con sus pares llamó “pendejo” al presidente y espetó desafiante: “Este gobierno tiene totalmente perdido el pleito contra en lo que durante la época de Fox se llamaba el ‘círculo rojo’. Lo tiene totalmente perdido”. Desgraciadamente, durante una embriaguez, después de la primera se sucede una segunda fase de alteración de la coordinación y el juicio, y luego una tercera, de confusión y somnolencia.
Pasan y pasan los días después de los comicios del 2 de junio, y la comentocracia conservadora sigue lamentablemente desjuiciada, confusa y regodeándose en su debacle, deleitándose en su propia ruina, complaciéndose en su desventura. La realidad les produce enojo, ira, y los ofusca a todos ellos. Ofuscar significa deslumbrar, turbar la vista, cegar, encandilar o traslumbrar. Puede también significar oscurecer el significado pretendido de una comunicación, enturbiar el mensaje para que sea difícil de entender, generalmente echando mano, lengua en este caso, de palabrería caliginosa y ambigua. Así que, por sus despropósitos y declaraciones desde la obnubilación y el ofuscamiento, tiene rato ya que exigen cada vez menos el análisis desde la ciencia política y cada vez más desde las disciplinas que estudian los desequilibrios y trastornos mentales. Por ello, me resultó grato y sorprendente que, apenas ayer, después de escuchar a una señora comentócrata divulgada por Latinus en un pequeño clip que pepené en X, terminó de caerme un veinte.
Más allá de su nombre, el cual desplegó en pantalla la producción de la mencionada plataforma, no sé nada de ella. Bien, Carolina Hernández discurrió así:
Aquí en esta mesa se entienden cosas súper obvias. ¡Es obvio la sobrerrepresentación! Yo me tardé tres días y tengo un montón de apuntes para entenderla. Aquí es obvio un montón de cosas. Afuera no es obvio un montón de cosas. ‘Tonces, cuando dicen, ¿a poco votaron para que los jueces fueran elegidos? Pues no, no votamos por eso, votamos porque nos dijeron, bueno, les dijeron que iban a mejorar la justicia…
Pasando por alto la curiosa idea que tiene la señora Hernández de lo que es obvio —¡dice que tardó tres días en entenderlo!—, es obvio —muy claro o que se entiende sin dificultad— que, en pocas palabras, la opinócrata afirmó que mientras que ellos, es decir, los que se sientan en esa mesa —en pantalla los mostraron a todos, asintiendo muy complacidos: Jesús Silva Herzog Márquez, Lorenzo Córdova y, but of course, Denisse Dresser y Aguilar Camín— son muy inteligentes, entienden y tienen la razón, todos los demás —los de afuera… de esa mesa— somos unos idiotas que no entendemos las cosas obvias y a quienes el malvado López Obrador nos engatusa para tomarnos el pelo.
Dije que con la alocución de la señora Hernández terminó de caerme un veinte, porque poco antes había escuchado un extracto de la participación en esa misma mesa —parece que en la misma emisión— de Aguilar Camín, quien dijo, evidentemente muy enojado:
El hecho de que la población no entienda lo que va a pasar no quiere decir que nuestro diagnóstico sea falso. Nuestro diagnóstico es correcto. La población lo puede o no entender. Lo que va a pasar es una autocracia legal, una dictadura.
Hasta ahí dejo el extracto —luego externaría su nostalgia por el PRI y el porfiriato, aunque usted no lo crea—. El novelista en lugar de decir que “la población” —de la cual, claro, ellos están escindidos— no está de acuerdo con su “diagnóstico”, dice que no entiende, que no tiene razón. No lo externa tal cual, pero está implícito, que siendo “la población” la bruta, es la mayoría, la mayoría que democráticamente votó por Morena y sus aliados y así por la 4T y el Plan C. Los que están más allá del perímetro de su círculo rojo, los de afuera de esa mesa, la población, los que no entienden.
La señora Carolina Hernández y el señor Héctor Aguilar Camín confunden razones y voluntad. La mayoría democrática expresó su voluntad, no se presentó a las urnas a explicar sus razones. La doctora DD, el señor Córdova y demás opinócratas de Latinus podrán no estar de acuerdo conmigo y con usted y con millones de ciudadanos más en que urge una reforma judicial, en que es correcto que se elijan democráticamente a los jueces…, pero esa discusión ya se dio y producto de ella fue la expresión de la voluntad popular: el Plan C va.
Como venados lampareados sostienen que “la población” es estúpida y que democráticamente votó por una dictadura. Por supuesto, tienen todo el derecho a pensar chueco.
- @gcastroibarra
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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