En los últimos días, uno de los temas de mayor coyuntura en la conversación noticiosa y en redes sociales ha sido la elección de la presidencia de Venezuela; y no es para menos. Este país sudamericano ha sido víctima de distintos ataques del imperialismo norteamericano, incluso antes de la Revolución Bolivariana dirigida por Hugo Chávez Frías.
¿Qué es lo que se está peleando realmente en Venezuela? Bueno, la República Bolivariana de Venezuela es una zona muy codiciada por sus recursos naturales, principalmente el petróleo y el litio. Así como lo estás pensando, el problema está en el petróleo, el llamado oro negro.
En esa parte del mundo se encuentra la mayor reserva de petróleo a nivel mundial y, como suele ocurrir en toda Latinoamérica con la Doctrina Monroe, Estados Unidos considera como propio todo el continente. Algo que suena muy descabellado, pero cierto.
Antes de la Revolución Bolivariana, la población venezolana estaba sumergida en la pobreza. La explotación de recursos y ganancias era para los empresarios, principalmente de empresas norteamericanas. La distribución de la riqueza era desigual, sumada a la corrupción de gobiernos al servicio del imperialismo norteamericano, lo que dejaba a los venezolanos en una incertidumbre.
Con el golpe de estado y el gobierno de Hugo Chávez, los norteamericanos comenzaron con el golpe económico y la desinformación a nivel mundial. Los empresarios sacaron su materia prima y guardaron sus productos para provocar desabasto de medicamentos y alimentos, algo similar a lo que hicieron con Cuba.
No obstante, Venezuela logró salir adelante gracias al apoyo de millones de venezolanos que respaldaron al gobierno chavista. A su muerte en 2013, Chávez fue sucedido por Nicolás Maduro, quien había sido muy cercano al comandante Hugo, además de haber sido líder sindicalista.
¿Pero qué ocurrió el pasado 28 de julio de 2024? Bueno, el pueblo venezolano salió a votar y escogió a Nicolás Maduro; sin embargo, la oposición acusó al izquierdista de fraude, algo imposible si se sabe cómo funcionan las elecciones en ese país sudamericano.
Para ejercer el voto en Venezuela, el ciudadano debe acudir a las urnas y presentar su credencial, algo similar a lo que pasa en México. No solo es validado por quien revisa el listado nominal en la casilla, sino que posteriormente debe pasar el código de barras en la computadora por donde emite su voto para desbloquearla.
Una vez hecho el sufragio, la computadora emite un ticket que el ciudadano coloca en la urna y la información al mismo tiempo es enviada a través de señales telefónicas al Consejo Nacional Electoral (CNE). Al final de la votación, la máquina de cada casilla arroja un acta con el total de votos recibidos, mismo que debe coincidir con el de la urna y los datos enviados al CNE, lo que hace muy complicado poder modificar dicho resultado.
No obstante, y a pesar de que es prácticamente imposible editar dichos datos, la oposición venezolana, apoyada por Estados Unidos y algunos políticos neoliberales y de ultraderecha como Javier Miley e incluso el mismo Vicente Fox, declaró que los resultados habían sido modificados y que Maduro había cometido fraude.
Ante esto, países alineados a Estados Unidos declararon al opositor Edmundo González como ganador de las elecciones y, por tanto, lo reconocieron como presidente. Pero no esperaban que países miembros de los BRICS declararan a Maduro como el vencedor y presidente.
La situación en Venezuela refleja las profundas divisiones y tensiones geopolíticas que atraviesan al mundo. La lucha por el control de los recursos naturales y la influencia política sigue siendo un factor determinante en las decisiones de las grandes potencias. Las recientes elecciones y las reacciones internacionales destacan la complejidad del panorama venezolano y la persistente intervención extranjera en su política interna. Lo que queda claro es que el pueblo venezolano, más allá de las disputas externas, continúa buscando un camino hacia la estabilidad y la prosperidad bajo su propio liderazgo.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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