“Quizá sigan existiendo dos superpotencias en el planeta: Estados Unidos y la opinión pública mundial”, es lo que redactaba Noam Chomsky en su libro Hegemonía o supervivencia: La estrategia imperialista de Estados Unidos, recordando lo que los encabezados decían tras el rechazo mundial generado por la posible invasión a Irak en el año 2003.
En la actualidad, ya no podríamos afirmar la existencia de solo dos superpotencias, el establecimiento de nuevos líderes mundiales (como China, Rusia e India) nos hacen que vivamos nuevamente el comienzo de un mundo multipolar. Sin embargo, la afirmación de poner a la “opinión pública mundial” entre las principales superpotencias no ha perdido sentido desde la invasión estadounidense a Irak, lo que es más, con la invención y popularización del internet y las redes sociales, los pueblos en el mundo tienen más comunicación y por ende una voz más fuerte dentro de la discusión sobre nuestro futuro como humanidad.
Ya no nos encontramos en una época en donde solo los oligarcas y gobernantes toman decisiones a pesar de los pueblos, en la actualidad, se está marchando a pasos forzados hacia un mundo en el que no se puedan tomar decisiones que no incluyan el bienestar de las masas. Un ejemplo claro de lo dicho anteriormente es el colapso del neoliberalismo (en el mundo) por ser contrario a los intereses populares, por más que dicho sistema beneficie en gran medida a las oligarquías. La legitimidad en decisiones públicas comienza a tener mayor relevancia en el mundo que habitamos.
Hoy, en la actualidad, podemos corroborar esto con las protestas surgidas alrededor del mundo con el tema del genocidio que está cometiendo Israel en la Franja de Gaza, en Palestina. Miles, quizá millones de personas han salido a las calles a denunciar los crímenes de Guerra que cometió, comete y si dejamos de lado el tema cometerá el estado sionista.
Hace menos de dos años, criticar al sionismo y poner en duda la legitimidad de Israel era seguido de acusaciones de antisemitismo; en el momento que escribo esto, los papeles se han invertido, las mayorías ahora ven mal a la gente que defiende lo hecho por el estado sionista en el territorio que ocupa. La potencia mundial que representa la opinión pública ahora presiona a sus dirigentes para posicionarse al respecto. Además, el pueblo empieza a aplicar boicots en contra de empresas que aportan recursos al estado genocida.
Los pueblos del mundo ya han obtenido logros al respecto, un ejemplo es la demanda sudafricana contra Israel, en la que se le acusa de manera formal por genocidio; también, la ruptura de vínculos comerciales con distintos países del globo; otro logro es que muchos países han detenido la venta de armamento a la entidad sionista; sin olvidar que el mismo presidente de los Estados Unidos ya ha marcado cierta distancia con Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel (que para nada es suficiente, pero la presión popular comienza a ser visible en el gobierno estadounidense).
Dicho esto, ¿Cuál es nuestra responsabilidad con Palestina? Seguir hablando de ello, mencionarlo y discutirlo en nuestro entorno, presionar a nuestras autoridades para que tengan un claro posicionamiento y señalar a las entidades económicas que ayudan al genocidio. No podemos dejar el denunciar el genocidio como una moda, debe ser constante en nuestro ambiente el escuchar lo que sigue sucediendo en territorio palestino, de lo contrario, si lo dejamos de lado, horrores seguirán sucediendo sin que sea posible pararlos.
Hay que aclarar que el genocidio en territorio palestino no comenzó en 2023, el nuevo exterminio empezó apenas tres años de concluido el perpetrado por los nazis en Alemania. Lo triste es que algunas de las victimas del primero, se convirtieron en victimarios del segundo cuando el proyecto sionista se volvió un hecho en 1948.
La diferencia es que en la actualidad tiene cámaras encima en tiempo presente el genocidio sionista, la gente se da cuenta en vivo de las atrocidades que suceden. Esto nos lleva a que sea nuestra responsabilidad también el actuar en tiempo presente, denunciar en tiempo presente, presionar a nuestras autoridades en tiempo presente y hacer que se detenga en tiempo presente.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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