A propósito de la terrible masacre que sufre el pueblo palestino y cuya consecuencia ha sido una condena mundial prácticamente unánime, el argumento del antisemitismo (discriminación, hostilidad prejuicio y odio hacia los judíos) ha sido el más usado por quienes todavía defienden el genocidio, como si esto solo fuera una cuestión religiosa, ignorando sus vertientes geopolítica, financiera y humanitaria. Sin embargo, lo religioso se vuelve relevante a partir de declaraciones que han hecho algunos de sus líderes.
Manis Friedman, rabino sionista muy famoso en Israel, lanzó una desquiciada perorata supremacista sionista: “Somos el pueblo elegido y Dios nos dio la tierra de Israel. Si quieres ser moral y piadoso, déjanos enseñarte (no judío), porque no tienes ni idea. Nosotros no elegimos ser los seleccionados de Dios. Si no hacemos nuestro trabajo, todo el mundo sufrirá”.
En la misma línea, otro rabino sionista, en una congregación expuso: “Los no-judíos tienen envidia de nosotros, sienten que somos elitistas porque decimos que somos el pueblo elegido y es verdad, somos el pueblo elegido y superiores, solo el pueblo judío es hijo de Dios, hay razones étnicas y Dios nos seleccionó”
Según Santiago Armesilla, analista español, el cristianismo, y en particular, el catolicismo, se diferencian del judaísmo por su inclusión. El pueblo elegido es toda la humanidad a partir del sacrificio que Jesús (Dios padre e hijo), quien no hace distinción de religión, condición o creencia. El judaísmo despreciará a Jesús por su propuesta de universalización de la alianza entre Dios y la humanidad. Por su lado, el Islam también es universalista, por lo que, de las tres religiones abrahámicas, el judaísmo es la que, en discursos de algunos de sus líderes, excluye a los otros.
Por otro lado, el protestantismo, una rama del cristianismo (anglosajones y germanos mayormente), retoma principios del judaísmo en cuanto a verse a sí mismos como “el pueblo elegido”. El destino manifiesto estadounidense y el nacionalsocialismo alemán fueron las expresiones más claras de ello y ambos han sido causantes de innumerables conflictos internacionales.
En el contexto mexicano, parte de la incompatibilidad que existe con el pueblo norteamericano, más allá del racismo y clasismo evidente de una gran parte de su población, tiene que ver con los valores intrínsecos de su protestantismo-blanco-liberal versus nuestro catolicismo-mestizo-antineoliberal.
Un buen estadista, antes de posicionarse ante tal o cual conflicto o situación ante el mundo, debe conocer la base religiosa, histórica y de valores de su propio país y de los otros, y esto puede explicar, en parte, porque la 4T y el Lopezobradorismo ha sido tan exitoso: entendió los valores católicos y de los pueblos originarios, más relacionados a la comunidad, la familia, la cooperación, la ayuda a los desprotegidos, el perdón y el amor a la patria. La derecha política mexicana seguirá perdiendo elecciones mientras no incluya esta arista en sus análisis y propuestas.
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