El neoliberalismo afectó de muchas maneras la vida de los mexicanos: un Estado débil y acotado permite que las perversiones del capital pongan al dinero y las ganancias por encima de la dignidad y la vida de las personas. Cuando prevalece el mercado sobre el bien común, se genera decadencia. Los símbolos más notorios de ellos es aumento de pobreza, violencia y desigualdad.
Lo “normal” en un país democrático de Occidente con nivel de desarrollo medio, sería que una persona que trabajó en promedio 30 años tenga derecho a una pensión equivalente a su último salario, que tenga garantizada la salud gratuita y de calidad, y que pueda vivir con cuidados y dignidad hasta el último día de su vida. Si un Estado no puede proporcionar esto, la población debería, al menos, cambiar el gobierno hasta asegurarse que estas condiciones se cumplen, como ha pasado con la mayoría de revoluciones en el mundo. En México no pasó esto durante el periodo neoliberal porque hubo un estado de aletargamiento e inconciencia prolongado. Durante muchos años y de forma perversa y grotesca, políticos corruptos saquearon al país en contubernio con traficantes de influencias en detrimento de la calidad de vida de la población. Este saqueo se dio de diversas formas, pero una de ellas fue privatizando servicios estratégicos.
Con la creación de las afores, donde el Estado renuncia parcialmente a la gestión de las pensiones y las cede a particulares que buscan solamente el lucro, un trabajador que antes recibía el 100% de su sueldo, ahora recibe el 40% en promedio, y si a esto se suma que el poder adquisitivo de los trabajadores estuvo congelado durante el periodo neoliberal, el resultado es un empobrecimiento general de la población y una tristísima, indigna y pobre jubilación para la mayoría de ellos.
Tuvo que venir un luchador social llamado Andrés Manuel López Obrador a ocupar la presidencia de la República, para hacer una revolución de las conciencias, ello para darnos cuenta que nunca debimos aceptar un esquema como las afores, que fue una injusticia que los trabajadores y no los empresarios asumieran el aumento en la esperanza de vida sostenido de los últimos años, y que sí hay forma de regresarle la dignidad a los trabajadores si se apuesta por un Estado emprendedor que genere sus propias ganancias, que evite la corrupción y el despilfarro, además de los ingresos fiscales.
Por si fuera poco, la reforma que propone regresar al 100% las pensiones contributivas, en este gobierno se hizo una reforma para instaurar las pensiones no contributivas como derecho constitucional, es decir, el apoyo para adultos mayores a partir de 65 años que asegura que las personas puedan vivir con dignidad en el último tramo de su vida. Por cierto, con Sheinbaum se espera que esto último aplique para mujeres desde los 60 años.
Desterrar el neoliberalismo por completo y abrazar la justicia etaria, misión de cualquier gobierno que realmente esté del lado de la gente.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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