Para estas alturas y ya con la elección a la vuelta de la esquina, hasta las encuestas más conservadoras señalan el triunfo de Claudia Sheinbaum que por donde se mire es completamente irreversible. Quizá por eso las baterías de la coalición opositora centran su capacidad de operación en la Ciudad de México donde creen que existen condiciones para apretar la contienda.
Ahora bien, a pesar de la narrativa excesivamente insidiosa que buscaba acusar a Sheinbaum de no tener autonomía respecto a Andrés Manuel o de ser apenas un apéndice de éste, lo cierto es que esos señalamientos poco pudieron permear en la opinión pública gracias a un aspecto que ha dejado muy claro la candidata morenista y que no es otra cosa más que su personalidad. En cada uno de los recorridos que realiza Sheinbaum, así como la contundencia de sus discursos han dejado en claro que posee una visión clara de gobierno y que logra sumar adeptos en distintos sectores de la sociedad. Una muestra clara es el resultado del encuentro que en días recientes sostuvo la morenista con empresarios mexicanos que ven en su virtual triunfo, la posibilidad de dar certeza a las inversiones de todo tipo.
Lo anterior significa que el propio sector empresarial tiene confianza plena en que el arribo de Claudia a la presidencia, significará una nueva etapa que garantizará un clima de estabilidad económica que se traducirá en bienestar generalizado y que, en consecuencia habrá una nación más próspera para beneplácito de este y muchos sectores más.
Claudia Sheinbaum se ha convertido en esta última etapa en todo un fenómeno de gran trascendencia que anima a los electores, incluidos los jóvenes que por primera vez ejercerán su voto, a participar en la contienda para expresar su clara identidad con quien hoy inunda de propuestas claras de gobierno bajo una lógica simple: erradicar para siempre los grandes males enquistados en la práctica política. Así que cada vez falta menos para que a ese fenómeno llamado Claudia Sheinbaum se le coloque la banda presidencial y vivamos, como dicen los propios empresarios, el momento histórico que significará un parteaguas en la historia del México reciente.
Dicho fenómeno con su sencillez, pero también con una buena dosis de sabiduría, ha conquistado a las masas sin demagogia, con carácter sí, pero también con sensibilidad, por eso queda de sobra todo análisis de carácter científico para entender su impacto en el electorado, baste con caminar en las calles para darse cuenta que el nivel de participación en la próxima elección quedará registrado como el de mayor afluencia en la historia de las elecciones presidenciales; ya veremos el 3 de junio el resultado.
Finalmente, la oposición ha determinado enfocarse en la elección de la CDMX y se empiezan a notar ajustes desde las dirigencias partidistas del frente para establecer una nueva estrategia que se acompañará del derroche de recursos desde otras entidades; ante esa situación, MORENA en la capital sabe perfectamente que en la CDMX no puede quedar lugar a dudas en el triunfo y que este debe ser, si no holgado, cuando menos con una ventaja considerable. Por esa razón, es de relevancia la tarea que hoy realiza Leticia Quezada Contreras respaldada por Claudia Sheinbaum quien opera en las 16 alcaldías haciendo un llamado a la unidad y logrando que muchas compañeras y compañeros que históricamente han participado en la izquierda, hoy se sumen al proyecto por convicción y no bajo la lógica de los cargos.
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