Dicen que el presidente está arruinando a México; lo dicen quienes devaluaron el peso, provocaron la inflación y nos llevaron a la quiebra. Dicen que él y sus hijos son corruptos, pero no muestran pruebas y hasta financian libros con ese tema. Inventan un falso conflicto de interés con una casa que la nuera del presidente rentó en Estados Unidos por un tiempo breve, pero ellos han incurrido en tráfico de influencias e incluso crearon un cártel inmobiliario en la Ciudad de México con el que construyeron cientos de departamentos irregulares y sobornaron a los desarrolladores. Ellos tienen las manos llenas de oprobio y de dinero, y suites en Miami.
Alegan que el gobierno de López Obrador está endeudando al país, pero ellos crearon el Fobaproa que no terminaremos de pagar en cincuenta años: ya costó dos billones de pesos y resta uno por saldar. Le llaman dictador los que crearon la guerra sucia y desaparecieron opositores, los que censuraban a los periodistas.
Mienten cuando dicen que la refinería de Dos Bocas, en Tabasco, no funciona y fue un gran fraude, pero ellos solo construyeron una barda y dejaron las demás refinerías casi inservibles. Ellos lo vendieron todo y no dejaron nada, ni el aire. Malbarataron Pemex y Teléfonos de México; se deshicieron de Mexicana de Aviación (hoy recuperada para uso y destino de los mexicanos), de nuestros Ferrocarriles (también en proceso de recuperación), de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro; y vendieron los bancos, entre muchos otros bienes del pueblo.
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20 de febrero de 2024. Un apacibleAndrés Manuel López Obrador está sentado frente a Inna Afinogenova. Es extraño verlo con lentes. Ella es joven, inteligente y está del lado correcto de la historia.
“No encuentras –dice AMLO– una reforma que se haya hecho en 36 años para favorecer al pueblo. No. Todo fue entregar empresas públicas, quitar el derecho de los campesinos a la tierra, privatizar la tierra, privatizar las minas, privatizar los ferrocarriles. Quitar el derecho a pensiones justas para los trabajadores. ¿Tú sabes que en el gobierno de Ernesto Zedillo se reforma la Constitución para que un trabajador, cuando se jubila, no reciba el sueldo de su último año de trabajo, sino el equivalente al 25 por ciento de su sueldo?”.
El rostro de la periodista rusa radicada en España adquiere una expresión de estupefacción. Aunque está al tanto de la política mexicana, esta vez no oculta su sorpresa. No puede creerlo, pero es cierto.
“Fíjate, esas cosas… Luego el salario mínimo perdió 70 por ciento de su poder adquisitivo en todo el proceso neoliberal que nosotros llamamos neoporfirista”.
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Reclaman una reforma fiscal los mismos que condonaron los impuestos de los grandes empresarios, es decir, los máximos traficantes de influencias. Dejaron obras inacabadas, o mal empezadas, como el tren interurbano México-Toluca (hoy El Insurgente). Dicen que no hay medicinas los que las escondieron para continuar con sus privilegios, pues ganaban miles de millones. Y ahora dicen que para qué una megafarmacia: así es su incongruencia. Crearon oficinas de turismo en las grandes ciudades, decían que para promover a México, y costaron seis mil millones de pesos al año; al final, no promovieron más que a sus amigos. Braman y se revuelcan todavía por habérseles acabado el negocio del nuevo aeropuerto de Texcoco.
Le llaman vejestorio al personaje que todos los días, de pie, lleva a cabo sus conferencias de prensa a las siete de la mañana después de haber tenido la reunión con el gabinete de seguridad. Lanzan una campaña de millones de bots para “asegurar” que nuestro presidente es narco, pero ellos impusieron a Felipe Calderón, quien sí rendía cuentas al narcotráfico, por lo que su secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, está hoy preso en Estados Unidos, esperando sentencia.
Le bajan al presidente videos y entrevistas, coartan su libertad de expresión, pero ellos, decimonónicos, lacayos, invitan a la realeza española a venir a dar lecciones de democracia. La merolica de cuello largo, de nombre largo, entonces, escupe sin rubor mentiras absurdas revestidas de clasismo y condescendencia.
Se quejan de que aún hay huachicol quienes desde el gobierno de Fox hasta el de Peña Nieto se robaron 500 mil millones de pesos de gasolina. Se llenan la boca en contra de la corrupción aquellos cuyos gobernadores, muchos en la cárcel y otros a la espera de ella, se robaron 30 mil millones de pesos.
Sus guarderías subrogadas tenían niños fantasma, y en sus paupérrimos programas sociales, personas fantasma. Ellos declararon la guerra, supuestamente contra el narco, y son culpables de los muertos, pero acusan al gobierno de la 4T, que nada puede hacer sino atacar las causas, y aunque ya se aprecia una reducción de 20 por ciento anual en el número de delitos, ellos solo ven los números; ellos no analizan, mienten. Ellos no miran que la estrategia para acabar con la violencia es estructural. No ven, no quieren mirar.
Mienten cuando dicen que esta es la elección más inequitativa de la historia moderna de México, que el presidente es vocero de Morena; no vieron nada cuando se robaron la presidencia en 2006 ni cuando la compraron en 2012.
Y aseguran que el presidente habla un mal español, que su discurso es retórico y simplón, que ha retorcido el idioma y que además es inculto. No miran que él habla el lenguaje del pueblo y con él se comunica. Lo llaman ignorante, sin haber leído al menos uno de los 20 libros que ha escrito.
Ellos, gustosos, les condonaban impuestos a los millonarios y ahora reclaman justicia. Transaban con la construcción de hospitales y reclusorios. Hicieron negocios leoninos y dejaron obras inservibles. Transaron hasta con la ciencia.
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Ellos miran desde la oscuridad, desde el mundo al revés, y pretenden seguir su camino de corrupción y guerra, lo que a todas luces será imposible, pues como bien le dice AMLO a Inna: “El porvenir viene acompañado de la justicia y tiene rostro de mujer”.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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