Con anticipación se lanzó la convocatoria para la marcha que se realizó el pasado 18 de febrero, pero hubo dentro de ella algo inusual, había una condición clara: “no hables con la prensa”. Hay múltiples videos muy desafortunados alrededor de la congregación, sobre todo aquellos que hacen gala de la agresividad de los participantes. Los argumentos que se pueden brindar a los medios y se encuentran en las redes sociales pierden su estatus y se convierten en prejuicios.
“El prejuicio generalizado es una tendencia a responder de manera hostil hacia cualquier grupo diferente del propio” (http://scielo.iics.una.py/pdf/riics/v12n1/v12n1a07.pdf). Las hostilidades sustentadas tanto en los partidarios del gobierno actual, como de su contraparte están dejando de lado la posibilidad de dialogar con un grupo de personas que se encuentran en medio de los polos. Esas personas que miran con incertidumbre y desconfianza a ambos grupos. Ahí la importancia de evitar el contacto con los medios: poder sostener la idea de que la democracia está en peligro.
Considero que sí está en peligro la democracia. Siempre que haya un grupo que limite la libertad de la ciudadanía se corre el riesgo de trastocar la democracia. Una manifestación que se organiza sobre la consigna de limitar la libertad de expresión de sus participantes me parece un despropósito. La marcha en sí misma es un derecho que hemos visto en muchas ocasiones, a lo largo del tiempo, padecer bajo los regímenes autoritarios del pasado. La marcha del 18 de febrero fue un evento lleno de contradicción en este sentido. ¿Cómo podría salir a las calles sin la libertad de decir abiertamente las exigencias que motivan mi indignación?
Soy partidaria y aplaudo que los ciudadanos se manifiesten, que apoyen las luchas que ellos crean y que nadie coarte ese poder. Sobre todo, en un momento en el que se puede realizar sin el miedo de no regresar a casa, o de que los granaderos lleguen hasta tu departamento desde donde transmites todo lo que sucede. Hay que recordar aquellos que fueron sacados de sus departamentos alrededor de la cámara de diputados en la toma de posesión de Enrique Peña Nieto, en un momento donde llegamos a sentir que la expresión era un ejercicio vacío, sin sentido.
Hay quien esté de acuerdo, o no, con los motivos de la marcha del INE, de la marea rosa, de las del día de la mujer, no importa el objetivo de las manifestaciones, lo relevante es que se mantenga el derecho. Es menester de la ciudadanía evitar que el poder de un gobierno pueda llevarnos a la cárcel por manifestarnos, como en Argentina se pretende. Junto con la congregación está la libertad dehablar con la prensa, que sepa la opinión pública cuáles son las motivaciones que llevan a las personas a formar parte de un poder social y que no nos vendan la idea de que autolimitarse es mejor para un movimiento. Justo ese es el objetivo de este ejercicio, hacer evidente la razón de una inconformidad social.
La base de una sociedad es el respeto, que en el caso de esta manifestación parece que se ausentó de muchas formas. Primero las preguntas, que en la mayoría eran legítimas, en otros casos me parece que más que buscar las razones por las cuales se formaba parte del grupo, llevaban la intensión de desestimar a los participantes. En otras parecía que se pretendía persuadir a los manifestantes para que desistieran de su postura. Por lo mismo, la hostilidad crecía, incluso se tornaba en violencia.
Las bases de la pluralidad están en aceptar las diferencias y dialogar con ellas. Si no podemos realizar estos ejercicios el prejuicio y la segregación siempre van a ser una constante. Necesitamos aprender sobre interculturalidad, respeto, diálogo, reconocimiento y aceptar las diferencias. Saber que se mueven más por emociones que desde la racionalidad. Más de uno admite, “lo que quise decir”, porque se expresa primero el sentido visceral que la racionalidad. Somos seres humanos complejos, donde se mueven pasiones internas y es preferible familiarizarnos con esto, de lo contrario nuestra democracia no podrá avanzar.
El sostén de la democracia es la diversidad, la representatividad y la participación social. Sin ellos estamos más cerca de un autoritarismo que de las libertades. 2024 es un año de renovación, es una oportunidad para reinventar el país, de caminar todos hacia la construcción de una democracia renovada, en donde exista representación y nuevos contrapesos. El día de mañana comienzan las candidaturas y con ellas se aviva esta oportunidad de renovación. Esperamos que no sea desgastante el proceso para los ciudadanos.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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