La fallida ratificación de Ernestina Godoy como fiscal de la CDMX ha causado revuelo entre la oposición que a toda costa trata de hacerlo ver como un triunfo trascendental al que pretenden transmutarlo de lo legislativo a lo electoral a partir de atribuirlo como una derrota directa para Claudia Sheinbaum. Pero aquí cabe la pregunta ¿Qué gana quién y qué hay que celebrar?
El cuestionamiento es porque fieles a su costumbre de ver todo proceso democrático desde una visión reduccionista, el bloque opositor celebra un sinsentido, pues ambos bloques, tanto el morenista como su contraparte tenían claro que por donde se le buscara, las cuentas nomás no daban a MORENA para conseguir la mayoría calificada que permitiera la ratificación de Godoy en la fiscalía.
Digamos que la única posibilidad para la alcanzar el objetivo se encontraba en el consenso entre las diferentes fuerzas y eso jamás se iba a lograr dados los niveles de polarización que existen en el Congreso de la CDMX. Por ese motivo las semanas previas a la discusión en el pleno sólo representaba para panistas y priístas la posibilidad de extender su estrategia de mentir a toda costa con señalamientos de abuso de poder, impunidad y hasta supuestos atentados que trataron de adjudicarse al partido en el gobierno con la firme intención de confundir a la opinión pública y pues, así como ha sucedido a lo largo del sexenio, no les funcionó. Por cierto, en aquello de los atentados y las acusaciones del corrupto de Alito Moreno, coincido con lo expresado con el Jefe de Gobierno: ¡no somos iguales!
Pero regreasando al tema; aunque si bien esta estrategia de desinformación y calumnias les fue útil en 2006, la hoy oposición encabezada por el PAN, secundada por Alito Moreno y aplaudida por el ninguneado PRD, lejos está de redituarles políticamente hoy como al parecer creyeron que pasaría. No les resulta redituable, sino todo lo contrario porque las acusaciones de persecución y amenazas no tiene sustento alguno, más allá de la verborrea que acostumbran en las redes sociales y para nada generó eco, ni en la opinión pública y, por ende, mucho menos en el electorado que saldrá a las urnas este año. No obstante, hay algo que llama la atención de sobremanera: atribuir la fallida ratificación como una derrota de Claudia Sheinbaum como si eso cambiara las tendencias electorales que vaticinan un triunfo contundente para la morenista o como si se tratara de un augurio de que la coalición opositora con eso ganará la jefatura de gobierno.
Llama la atención porque no hay un solo elemento que permita aseverar que el resultado de la votación se podrá capitalizar política o electoralmente en las semanas siguientes. Es decir, ¿De qué manera puede traducirse la decisión legislativa de ese bloque en un incremento en su aceptación ciudadana? De ninguna y menos cuando se hace cada vez más evidente que conforme avanza la etapa final del proceso (especialmente la decisiva) cualquier esperanza de debilitar la fortaleza electoral de MORENA se va como agua entre las manos lo que deja al panismo y aliados sin más recurso que la propaganda simplona sin otra vía que mantener de manera permanente la difamación hacia cualquier actor que destaque en su función, ya sea política o en la administración pública como en este caso sucede con Ernestina Godoy.
Así que no hay una derrota para Sheinbaum pues si se mira desde otra perspectiva, en el fondo quien más pierde es el bloque opositor dado que para el imaginario de la colectividad chilanga, la existencia del cártel inmobiliario tiene como sello inconfundible la marca de Acción Nacional y eso fue un gran golpe basado en la impartición de justicia y no en la venganza política como nos cuentea la oposición.
Pero en fin, a pesar de que no existe una derrota, sí hay varios elementos a considerar en el equipo de campaña de la Doctora Sheinbaum, especialmente por ella misma. Nadie desconoce que el descontento que generarán algunas definiciones en los cargos a elegir, provocarán la tan acostumbrada simulación de algunos actores que recurrirán a la práctica desleal de mantener un pie en cada bando y eso en esta ciudad se da por todos lados sin que se salve una sola alcaldía. Por supuesto que esta práctica no significa restar responsabilidad a quienes conducen al partido y coordinan los esfuerzos para lograr el consenso, pero si va siendo hora de que el “fuera máscaras” aplique para todos y se escuche a las bases.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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