Año viejo, año nuevo, muchos deseos, muchas promesas que se hicieron y solo unas pocas que se llevaron a cabo. Estamos a pocos días de que termine un año más. Se va 2023 y para algunos, estos últimos 12 meses fueron de muchos retos. En la política, se conquistaron metas, se concluyeron proyectos, se consumaron logros. La frase “por el bien de México, primero los pobres” se consolidó y dejó de ser solo un lema, para convertirse en realidad. En el sur, se creció como jamás se había conseguido desde que México es país y las comunidades que vivieron siempre en el abandono, por fin se les tendió la mano; aquellos pobladores que vivieron al margen del desarrollo, si así se le puede decir a lo que se vivió en épocas de gobiernos prianistas, por fin pueden recibir un poco de ese pastel que se dividían entre unos cuantos. Este año se concluyeron obras tan importantes como la refinería de Dos Bocas y el tan polémico (para conservadores y sus afines) Tren Maya, con una venta arriba del 90% del total de su boletaje, por lo que resta de diciembre.
Por si fuera poco, se inauguró el nuevo aeropuerto de Tulum que se suma al AIFA, obra que reemplazó al fallido y corrupto proyecto del NAIM y como cereza en el pastel, Mexicana de aviación, que en su momento fuera la mejor aerolínea del país, extendió sus alas una vez más, para levantar el vuelo después de que en tiempos del PAN se le llevara a la quiebra y a sus trabajadores a vivir años de angustia con litigios que comprenden hasta este 2023.
Sin embargo, en este texto también quiero mencionar a todos aquellos que no lograron ser testigos de tantas conquistas de las demandas del pueblo. A poco menos de un año de que concluya este gobierno de izquierda, son muchas las voces que guardarán silencio eterno, que dejaron de gritar contra las desigualdades y excesos, contra las corruptelas e impunidad de gobiernos que debieron servirles y de los que fueron víctimas; aquellas voces que se unieron a las de los pobladores de Atenco ante el despojo de sus tierras o la de una madre que reclamó a Calderón por el asesinato de sus hijos, a los que consideró “daños colaterales” de una guerra que no ve fin al día de hoy; aquella progenitora que tiempo después asesinarían “misteriosamente” o a las voces de aquellos estudiantes que en un septiembre de 2014 se desgarraban ante el terror de ver a sus compañeros ser torturados hasta la muerte, mientras miembros del gobierno de Peña Nieto solo observaban y desde luego, a las voces que simplemente anhelaron hasta el último aliento, un México mejor.
Este año y este sexenio dieron un giro a la realidad decadente que conocimos; esa espiral de corrupción y muerte que nos engullía en su vorágine, vio el comienzo del fin en el 2018 y ha continuado así hasta hoy. Por ello es importante no olvidar, por quienes siguen en pie y acompañan el cambio, por los más necesitados, a quienes recién se les volteó a ver, para quienes se dirigieron las primeras palabras y los primeros proyectos y desde luego a quienes recordamos con risa y llanto, quienes no tuvieron la oportunidad que se nos ha otorgado de ser testigos del cambio. Para los que guardan silencio. A las voces en paz.
A ellas, este recuerdo solemne de un 2023 histórico que se va.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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