Cuando a Enrique Peña Nieto se le hizo bolas el engrudo durante su participación en la FIL de Guadalajara aquel lejano 2011, al preguntarle sobre los tres libros que marcaron su vida, la misma pregunta me la realicé a mí mismo: “Peter Pan”, “El Quijote de la Mancha” y “El tren pasa primero” (este último de Elena Poniatowska) fueron los libros que me marcaron. Los dos primeros fueron obsequios de mi mamá que siendo trabajadora de la Biblioteca Central de la UNAM, tenía especial interés por adentrarme en la lectura. No sé por qué eligió esos dos libros, lo que sí tengo claro es que me fascinaron y me hicieron echar a volar la imaginación. Aún recuerdo con lujo de detalle las horas que pasaba tirado en el sillón imaginándome en un barco navegando por el océano.
“El tren pasa primero” llegó a mis manos en 2005, tenía 25 años y participaba políticamente en la resistencia civil pacífica convocada por Andrés Manuel López Obrador cuando el desafuero. Leer todo el retrato de una época que plasmaba Elena Poniatowska en su novela, se convertiría en uno de los principales elementos que le daba razón de ser a mi actividad política. Desde ese entonces comprendí que en los movimientos sociales había un espíritu que llevaban al ser humano hasta un camino de dos vías: una vía representaba mantenerse con congruencia por el camino escarpado y difícil del que hablaba Lenin en su “qué hacer” y, la otra vía era la que representaba la vida cómoda y privilegios que sugieren el poder.
Con dos hijos y muchas complicaciones a cuestas, elegí la primera vía, aunque representó muchos años de carencias que eran de las principales características de quienes participamos en las distintas campañas de López Obrador. Aún recuerdo con nostalgia nuestras penurias cuando andábamos en León Guanajuato credencializando para el gobierno legítimo en jornadas larguísimas que no alcanzaban a veces a hacer más de cinco credenciales pero que para nosotros eran un verdadero logro. Cinco son cinco y son mejor que cero, les decía a mis compañeros. Pero, a pesar de que unas cuántas credenciales parecían no ser nada, significaban al fin y al cabo mucho para el movimiento ¿Por qué? Porque sabíamos que con el tiempo, el movimiento iba a permear en todos los rincones gracias a la idea de AMLO de recorrer municipio por municipio, así que el esfuerzo valió la pena en la elección de 2006 con todo y el fraude electoral, pues para muchos, sólo era cuestión de tiempo; sabíamos que Andrés llegaría a la presidencia.
Hoy, el Tren Maya y el inter oceánico me remiten nuevamente a “El tren pasa primero”, en esta novela, Elenita Poniatowska no deja de lado una enorme carga afectiva y un sentimentalismo que ha sido su sello personal, lo que por cierto, no le resta en lo absoluto calidad a la obra, pues al fin y al cabo, reivindica la figura del emblemático Demetrio Vallejo que alcanzó para muchos el grado de revolucionario y cuya memoria trataron de borrar desde el oficialismo de antaño, sencillamente por desafiar a los todo poderosos de este país. El tren pasa primero no sólo destaca por los hechos históricos de las huelgas ferrocarrileras y la represión del gobierno, también da voz a un sector que parecía haber desaparecido a consecuencia del modelo neoliberal y que hoy, junto con los trabajadores de Mexicana de Aviación empiezan a renacer.
A partir de 2018 con el gobierno de López Obrador, el tren Maya pasa primero y lo sigue otro tren, el interoceánico, pero también el AIFA, el aeropuerto de Tulum, Dos Bocas y se culminan obras abandonadas como el tren interurbano o la autopista Oaxaca / Puerto Escondido; el tren pasa primero después de 60 años para rendirle homenaje a Demetrio Vallejo y a la lucha sindical de finales de la década de los 50´s. Al mismo tiempo, el tren de Andrés Manuel pasa primero para hacerle un homenaje a la militancia que lo acompaña desde entonces a pie, sin cargos probablemente, pero con la satisfacción de haber formado parte de todo el proyecto que lo llevó a la presidencia para sentar las bases de lo que será el fin de la injusticia social.
Pregunté a una persona cercana que ha vivido buena parte de mis experiencias en la actividad política, sobre todo desde los años que compartí con personajes como Sergio Almaguer Cosío y Mario Peña en la Central Unitaria de Trabajadores, hasta mi responsabilidad actual en la CODUC, le pregunté si sentía orgullo por AMLO. Su respuesta fue tajante:
-NO, no siento orgullo, pero sí reconozco todo lo que ha hecho y creo que ha sido el mejor presidente. ¿Y tú?
Yo si me siento orgulloso de Andrés, desde que lo conocí, he tenido una postura crítica y la he mantenido hasta hoy, quizá no a él en su persona, más bien hacia algunos en el movimiento que creo no van en la misma lógica que él. Siento orgullo porque evidentemente existen errores, pero también aciertos, sin embargo, todo por lo que luchamos en aquel entonces hasta el día de hoy en el movimiento campesino, comienza a verse reflejado y sería un absurdo no reconocer los logros tan sólo por una coyuntura política. El tren pasa primero definió el rumbo que habría de seguir, ese rumbo hoy se llama Cuarta Transformación.
Un feliz y próspero 2024 lleno de salud y bendiciones para todas y todos.
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