Las conmemoraciones históricas son momentos en donde se construye la memoria colectiva y se fortalecen las reivindicaciones sociales. En esta ocasión hablaré de un proceso muy emotivo para la izquierda de México y del mundo, del movimiento neozapatista del Ejército Zapatista de Liberación Nacional a 30 años de su levantamiento armado contra el Estado Mexicano en búsqueda de tierra, techo, pan y libertad.
La larga noche del neoliberalismo
El neoliberalismo llega en los años 70 como una forma de superar las crisis capitalistas mundiales ante el debilitamiento del Estado de Bienestar y ante algunas debilidades provocadas por la siempre amenazante posibilidad de la Revolución Mundial comandada por el socialismo real y los pueblos del globo terráqueo.
Así, la solución fue imponer regímenes autoritarios en todos lados y profundizar la explotación de las clases trabajadoras reduciendo salarios, destruyendo sindicatos y privatizando todo lo que pudiera privatizarse. Es decir, daban en el corazón del sector público y empobrecían aún más al pueblo.
En México las políticas neoliberales llegan mediante una guerra sucia o terrorismo de Estado que buscó reprimir a todo disidente, violando derechos humanos y las mismas leyes mexicanas. El primer presidente neoliberal fue Miguel De la Madrid y comenzó con algunas políticas.
Pero quién lo profundizó fue Carlos Salinas de Gortari que ganó la presidencia en 1988 mediante un fraude electoral espantoso. Ya en funciones reprimió a gran parte del movimiento cardenista del PRD y privatizó muchas empresas públicas, algunas hasta las remató.
Pero el golpe más agresivo en reformas de leyes vino en la educación y en los ejidos. Estos últimos que eran la esencia de la Revolución Mexicana (al menos producto de ella) fueron privatizados reformando el artículo 27 constitucional que permitía la venta de cualquier ejido, sellando así la destrucción de la propiedad colectiva de las tierras.
Golpe al Salinato
Sin embargo, aún cuando se asestaban esos golpes al movimiento popular, el movimiento indígena iba creciendo en toda Latinoamérica. Se cumplían los 500 años del inicio de la conquista y saqueo en nuestro continente por los europeos y se vinieron muchos procesos organizativos y movilizaciones, la más famosa realizada el mismo 12 de octubre de 1992 donde derribaron estatuas de conquistadores en varias ciudades.
A pesar de esa efervescencia la élite mexicana estaba tranquila, habían caído la mayoría de los regímenes socialistas del mundo y los resquicios de la Revolución Mundial estaban agonizando o eran muy pequeños para ser tomados en serio como amenaza para la oligarquía mundial.
Fue así como la última noche de 1993 los más ricos y corruptos de México celebraban el año nuevo, su opulencia y que el día siguiente entraría en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que según habían dicho ingresaría a nuestro país al primer mundo y lo haría la potencia que siempre nos fue negada.
Gran sorpresa se llevaron la siguiente mañana al ver que un ejército indígena revolucionario se levantaba en armas contra el gobierno de México por demandas como democracia, techo, pan y libertad. Los insurrectos tomaban siete cabeceras municipales y ponían un manotazo en la mesa que descarrilaría todo el sexenio de Salinas.
12 días duraron los combates donde el ejército mexicano daba una gran ofensiva sin respetar ningún derecho humano (nunca lo ha hecho) y amenazaba con desaparecer físicamente a todo el EZLN en menos de seis meses, pero debió detenerse gracias a la presión del pueblo de México que tomó las calles para protestar y hacer un llamado a la paz.
Comienzan las negociaciones que fueron muy turbias y viciadas, llenas de engaños por parte del gobierno hacia los zapatistas, con acuerdos como los de San Andrés en 1996 pero que quedaron en letra muerta mientras se militarizaba el estado de Chiapas y los ataques impunes e ilegales de los paramilitares aumentaron, realizando masacres como la de Acteal en 1997 y otras más.
Otra forma de organizarse
En la encrucijada de resistir el embate militar y paramilitar del gobierno mexicano (sin importar si era el PRI o el PAN que también los traicionó) desarrollaron como estrategia política una forma de organizarse muy peculiar. Estamos hablando de la conformación de Caracoles que a su vez incluyen Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas (MAREZ) y que son gobernados por Juntas de Buen Gobierno.
Este proceso iniciado formalmente en 2003 llevará a la práctica todas las aspiraciones de la sociedad que desean construir. Es decir, serán espacios libres de discriminación, desigualdad y todo tipo de violencia. Impulsadas por la libertad estas micro sociedades implementarán su propia educación, sistemas de salud, rescate de su cultura y formas de organización política horizontales y democráticas.
Esas acciones verán su clímax en 2005 con la Sexta Declaración de la Selva Lacandona en la cual se ven plasmadas sus ideas políticas rectoras anticapitalistas y donde se da la ruptura definitiva con la izquierda electoral al no apoyar al movimiento obradorista en 2006 cuando se realizó el fraude calderonista en la presidencia del país.
En vez de entrar al juego electoral, harán la otra campaña y buscarán organizar a todos los movimientos sociales del país con la ayuda de su Congreso Nacional Indígena (CNI) que habían fundado en 1996. Los resultados no obstante no serán tan alentadores.
Rompiendo el mito de sus posturas petrificadas antielectorales participan en el 2018 con su candidata independiente Marichuy que no logrará las firmas requeridas pero que será otro momento para hacer ruido y organización. Es necesario señalar que jamás se han escondido durante el Calderonato ni en épocas de Peña Nieto y siempre han estado alertas organizándose desde abajo en sus caracoles.
Zapata vive
Actualmente denunciaron que los caracoles y los MAREZ están siendo atacados por la delincuencia desorganizada, clima violento que los lleva nuevamente a cerrar esos espacios y replantearse la táctica a seguir. Seguirán en las sombras protegiendo a sus semejantes solo con un poco de mayor seguridad y poca apertura.
Han intentado construir desde 1994 verdaderas comunas emanando la gran Comuna Zapatista producto de la Revolución Mexicana a inicios del siglo XX. Son esfuerzos loables y experiencias que debemos rescatar y poner en el debate.
Más allá de los encuentros y desencuentros con la izquierda electoral, el EZLN merece nuestro respeto y le debemos solidaridad de clase a sus justas demandas y al papel tan importante que han tenido en la izquierda mexicana. Al igual que ellas y ellos, somos hijas e hijos de la noche, para todas y todos la luz, para todas y todos todo.
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