“… La manipulación de la información, así como la manipulación de la información veraz, deberá ser considerada alguna vez una violación flagrante a los derechos humanos, porque es una puerta abierta a una nueva esclavitud …”.
Arantxa Tirado Sánchez. El Lawfare. Golpes de Estado en nombre de la ley. Ediciones Akal 2021. Segunda reimpresión. México 2022. Pág. 76.
Al escribir estas líneas se confirma que Javier Milei ganó la presidencia de Argentina para los próximos cuatro años con un 56% de los votos, contra el 44% que obtuvo el candidato del Peronismo, Sergio Massa. Milei obtuvo aproximadamente 2.7 millones de votos más que el candidato opositor.
Los resultados del domingo pasado en el proceso electoral argentino sin duda reflejan aspectos vinculados a la situación económica y a serias deficiencias en la conducción política del hermano país latinoamericano. Sin pretender profundizar en las causas que llevaron a la mayoría del electorado a optar por la ultraderecha, quisiera partir del caso sudamericano para ejemplificar el papel que los medios masivos de desinformación juegan en la construcción de narrativas y discursos afines a intereses de minorías poderosas.
Las recientes experiencias de gobiernos de corte nacionalista, progresista o de izquierda en América Latina, entre los que incluimos al de la 4T en México, en su relación con la mayoría de los medios masivos e incluso de las agencias de noticias, tanto nacionales como internacionales, han demostrado la identificación mediática con modelos totalmente opuestos como serían los neoliberales basados en el adelgazamiento del Estado, la privatización de empresas públicas, la imposición de gravámenes dirigidos a la mayoría de la población, la desgravación de las ganancias privadas, así como un largo etcétera relacionado con el otorgamiento de beneficios exclusivamente dirigidos a las oligarquías.
La defensa de esos intereses le otorgan a los medios, cuyos propietarios son casi siempre grandes empresarios, el papel de conformadores, en palabras de Arantxa Tirado Sánchez, en El Lawfare. Golpes de Estado en nombre de la ley,de una “mentalidad sumisa necesaria para perpetuar el dominio de una minoría social sobre las mayorías”. Es decir, la función esencial de esos medios en una sociedad basada en la lucha de clases es la conformación de una ideología social que coadyuve al fortalecimiento del sentido común adecuado a la perspectiva de país que defienden los reaccionarios.
En México el gobierno de la 4T ha sido capaz de crear sus propios mensajes pero también sus contramensajes. Lo singular de esta estrategia de comunicación con el pueblo es que esos contramensajes surgen no de fuerzas opositoras al poder político, como tradicionalmente ocurre, sino de la principal figura representativa de un cambio de régimen. Efectivamente, López Obrador a través de sus conferencias matutinas ha generado el espacio necesario para confrontar el predominio mediático de la producción del discurso, enarbolado por la derecha, en defensa de un proyecto de país contrario a lo que se ha venido desarrollando en los últimos años.
Sin embargo, no todos los liderazgos latinoamericanos opositores al neoliberalismo cuentan con un valladar de las dimensiones del mexicano. Por ello, además de la atención a las demandas de sus propios pueblos deben hacer frente al discurso mediático predominante, al interior de sus sociedades, que manipula, miente y crea narrativas ajenas a la realidad. Esos medios de manipulación generan relatos de los gobiernos y de sus liderazgos siempre negativos, con críticas simplistas y por demás elementales en sus planteamientos.
Tirado Sánchez lo comenta así “… La credibilidad y la honorabilidad son… características imprescindibles para dedicarse a la gestión de los intereses colectivos… minar esos elementos constituye aniquilar las posibilidades de que esa persona pueda dedicarse a la política, además de cuestionar su integridad y principios, elementos sumamente importantes para quienes se los toman en serio…”. El desafuero de AMLO en abril de 2005 y las campañas que por años han tratado de desprestigiarlo pueden servirnos como ejemplos de lo antes citado.
Pero también esos mismos medios corporativos son capaces de realizar una estrategia inversa. Es decir pueden presentar, ante una masa poco informada y susceptible de ser manipulada, a una figura política, que enarbola programas antipopulares, haciéndolo pasar como el “defensor de los intereses sociales” y por ende la alternativa por la que deben optar.
La autora de El Lawfare, apunta: El objetivo final… es permitir que los pueblos acaben aceptando políticas de regreso o profundización del neoliberalismo… Javier Milei promovió durante su campaña reducir el Estado a su mínima expresión, disminuir el número de ministerios a ocho, privatizar empresas públicas como la del sector energético, “después de recomponerla”; afirmación al más puro estilo de las privatizaciones ocurridas en México cuando se “modernizaban” las empresas públicas antes de entregarlas a los empresarios. Dinero público para beneficio privado.
Asimismo, Milei venderá la TV y la Radio estatales, así como la agencia de noticias Télam, pues resultarán incómodos a su gobierno. Veamos su justificación “Nosotros consideramos que la TV Pública se ha convertido en un mecanismo de propaganda, el 75% que se habló de nuestro espacio se hizo de manera negativa, con mentiras y abonando la campaña del miedo”.
Pero Milei irá mucho más allá. De acuerdo a su programa de gobierno la aplicación de las clásicas políticas de ajuste económico incluirá reformas para reducir impuestos, recortar los fondos destinados a jubilaciones y pensiones, disminuir los planes sociales. Privatizar los sectores de salud, educación y seguridad, eliminar los impuestos a las exportaciones del campo, así como la multiplicidad de regulacionesque impiden exportar e importar insumos o maquinaria. Punto y aparte será la supuesta “liquidación” del Banco Central, calificada como “obligación moral”, y la dolarización de la economía.
En el plano internacional pretende realizar, antes de asumir el 10 de diciembre, sendas visitas a Estados Unidos e Israel, esta última justificándola como una visita de “carácter meramente espiritual”.
El trabajo mediático en favor de vender la imagen de un personaje de la ultraderecha trascendió a las posturas derechistas de la mayoría de los medios argentinos. En el exterior, “… algunos de los principales periódicos del mundo han definido a Milei como un liberal libertario o radical, que no formaría parte de las expresiones de la extrema derecha mundial, sino que estaría dentro de la agenda de un liberal o neoliberal. Esta caracterización tiene como argumento central el supuesto de que la campaña pública del candidato no tiene como componentes principales demandas de la agenda neoconservadora (antifeminismo, anti-LGBTQI+, racismo, políticas de odio, relaciones con sectores armados y fomento a las armas, entre otras) que definen de manera muy marcada a otros fenómenos de la extrema derecha mundial…”. Julia Almeida. La conexión de Milei con la extrema derecha global. Revista Jacobin. https://jacobinlat.com/2023/11/14/la-conexion-de-milei-con-la-extrema-derecha-global/?mc_cid=a8bcfc618e&mc_eid=2e1baee431
Al día siguiente de la elección los medios internacionales ratificaron la identificación de Milei antecediéndole a su nombre calificativos como “el libertario”, “líder de La Libertad Avanza”, “líder libertario”, enfatizando su origen “no político”, con ideas de “cambio”y, aunque de personalidad estridente, con claras intenciones de tomar medidas no ortodoxas seguidas por los políticos tradicionales. Nada más alejado de la realidad.
Precisamente quienes consideran que Milei representa la diferencia con respecto a los políticos ya conocidos fueron parte importante de sus votantes. Los sectores medios y bajos, en especial los jóvenes quienes están sometidos al “bombardeo” de medios, influencers y redes sociales, son los que creen en la promesa a ultranza de “derrumbarlo todo para empezar de nuevo” y se identifican con el lema ¡Viva la libertad, carajo! Grupos sociales afectados por las crisis económicas recurrentes, que no conocieron los tiempos de las dictaduras militares ni tampoco los del auge neoliberal ocurrido durante los diez años del gobierno de Carlos Menem en los noventas.
Todo este escenario se reflejó, casi de inmediato, en las reacciones favorables a bonos y acciones argentinas cotizadas en los mercados internacionales. Los aumentos de los bonos cerraron la jornada del día 20 de noviembre por arriba del 7 por ciento. Mientras que las acciones en la Bolsa de Nueva York se “dispararon por encima del 32%”. Claro está, todo ello en el marco de la declaración del presidente electo dirigida al Fondo Monetario Internacional, en el sentido de que su gobierno “honrará sus compromisos internacionales”.
A manera de conclusión. Lo ocurrido en Argentina podría ser una advertencia para las izquierdas latinoamericanas. El neoliberalismo aún está vivo. La desatención a las necesidades más inmediatas de la población puede ocasionar regresiones. La izquierda debe trabajar con el pueblo, con los diferentes segmentos que lo conforman, atender sus necesidades y a todos hacerlos parte de los proyectos de gobierno.
La influencia de los medios corporativos no es determinante, pero sí constituye un poder al que el pueblo conciente debe confrontar. Las fuerzas progresistas de ninguna manera deben subestimar los resultados del sometimiento de amplios sectores de la población que sí creen en las narrativas mediáticas. Los medios son capaces de encontrar figuras provenientes de otros ámbitos y “convertirlas en políticos” en relativamente poco tiempo.
Por ello, debemos tener cuidado con personajes que pueden surgir de manera totalmente inesperada. En México, al menos en estos últimos cinco años, los intentos por colocar en el candelero político a individuos con proyectos antipopulares, no han resultado exitosos. Sin embargo, no debemos confiarnos pues la reacción no cejará en su empeño por conseguir al líder que los represente.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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