“Se está instaurando una dictadura en México” nos dicen los que simularon por décadas, una democracia en nuestro país.
Durante 36 años de neoliberalismo, la derecha mexicana creó una nación con varias dolencias o padecimientos que resultan en desigualdades de todo tipo; desde luego, que los órganos (constitucionales) dejaron de trabajar al servicio de la nación, porque se vieron contagiados y afectados por el conocido virus de la burocracia dorada.
El país enfermó; sin embargo, esa misma derecha (agente infeccioso), bastó con que escuchara la frase “por el bien de todos, primero los pobres”, para así verse amenazada ante una nueva distribución de la riqueza y aprovechándose del mal estado en que ellos mismos dejaron a la nación, adoptaron una narrativa engañosa a partir de la llegada del presidente López Obrador, en la cual, se aglutinaron en un solo frente y acompañados y abrazados por las transnacionales nacionales y extranjeras, y sus medios de comunicación masivos, crearon falsos síntomas de una dictadura basándose en el clasismo y racismo.
La propaganda de la derecha consiste en hacerle creer al mexicano de a pie, a quien, cuando estuvieron en el poder, dejaron “a su santa suerte”, que el gobierno en curso es una amenaza, es decir, su narrativa es la continuación de la guerra sucia contra AMLO en 2006, pero ahora, creando síntomas inexistentes de una dictadura en nuestro país. “El dictador” le llaman columnistas, “intelectuales”, empresarios y políticos de derecha; dicen que parafraseando al presidente, este dice que “la pobreza es buena” , y escupen su odio y rechazo a que al pueblo se le apoye con presupuesto público, diciendo que a “AMLO le gustan los pobres y que por eso quiere un país de pobres”, “solo le gusta viajar a Cuba” dicen, ¿y por qué es correcto que un presidente viaje a entregar nuestro petróleo a Estados Unidos pero no lo es, que viaje a construir lazos de fraternidad en Latinoamérica y el Caribe? La hipocresía aflora en su discurso, por un lado, alertan al pueblo de la “instauración de una dictadura”, y por el otro, piden una inmediata intervención en México. Lo único que desean es regresar al modelo caduco que benefició a unos cuantos.
Toda esta construcción gelatinosa compuesta por todo tipo de argumentos insostenibles, que no cuajan, la derecha trata de legitimarlos por medio de una guerra jurídica y mediática como las que se han estado viviendo en Latinoamérica para destituir a presidentes constitucionales y progresistas. en este sentido, la SCJN protege intereses claramente marcados a favor de los grandes capitales del país, por lo que, rechaza cada una de las reformas propuestas por el ejecutivo; sin embargo, este conflicto escala a niveles de amenaza, como la que hizo la presidenta de la Suprema Corte, Norma Piña diciendo que: “No habrá elecciones pacificas sin aumento de presupuesto”, o también, podríamos señalar la amenaza del ministro Aguilar, de destituir al presidente de la república.
Para la oposición, los síntomas de la “dictadura de AMLO” se reflejan en la creación de las mañaneras, espacio en el cual, de acuerdo con ellos, divide y polariza. Mediante esto, la oposición intenta que las y los mexicanos pierdan la memoria histórica del origen de las profundas desigualdades de nuestro país a partir de la llegada del neoliberalismo.
Los síntomas que no son síntomas de una dictadura, sino engaños de la oposición, que, para justificar, utilizan la mañanera como uno de sus argumentos para señalar una dictadura, lo cual es de risa, porque ellos mismos están llevando a cabo una guerra mediática a través de televisión, radio y redes sociales; mientras que las mañaneras no cuentan con un espacio en los medios públicos como televisión o radio. Aun así, el presidente López Obrador se convirtió en el streamer más visto en Hispanoamérica. Quizá ese sea su coraje, el coraje de perder la lucha en el campo de los medios de comunicación.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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