El 10 de junio de 1971 prevalece en la memoria del pueblo de México como un hito en la larga lucha por nuestras libertades. Los trágicos acontecimientos de San Cosme donde perdieron la vida y desaparecieron decenas de estudiantes que se solidarizaban con la huelga de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), confirmaron la decadencia del régimen del PRI- Gobierno iniciada en 1968.
En 2021 se cumplieron 50 años de aquellos sucesos también conocidos como “El Halconazo”, pues a diferencia del 68 no fueron directamente los militares los artífices de la violencia de Estado sino un grupo de choque paramilitar vestido de civil preparado material e intelectualmente en los sótanos del poder.
La pandemia de Covid no permitió la realización de grandes movilizaciones en conmemoración del cincuentenario de los estudiantes caídos por sus ideales; pero este 2022 comienzan a retomarse las actividades públicas, y el reciente aniversario ha devuelto el protagonismo de aquel movimiento y la demanda vigente de justicia contra la impunidad.
En este contexto, la Universidad Iberoamericana ha publicado el libro 10 de junio no se olvida: organización estudiantil, narraciones y memoria del Halconazo de 1971, coordinado por Marisol López Menéndez, Jorge Mendoza García y Amílcar Carpio Pérez, que hoy es preciso visitar.
La obra es una revisión integral y multidisciplinaria del 10 de junio de 1971, el movimiento estudiantil, su narrativa y contexto. Consta de los capítulos: “10 de junio, entre la memoria y el olvido” de Yllich Escamilla Santiago; “Los gorilas, soportes de la sensibilidad estudiantil frente a las fuerzas represivas del Estado (1968, 1971)” de Carlos Enrique Torres Monroy; “Archivos de la memoria de 1971: La reconstrucción desde el mimeógrafo” de Alfonso Díaz Tovar y Valentín Albarrán Ulloa; “Sociabilidad política y asociaciones estudiantiles: el Halconazo y la organización de los comités de lucha” de Amílcar Carpio Pérez; “Tiempo público y narrativa martirial. Reflexiones sobre la muerte de Rafael L. Márquez” de Marisol López Menéndez; “Narrando y recordando el Halconazo de 1971 en México medio siglo después” de Jorge Mendoza García; “¡Ay dios mío, no los vayan a golpear otra vez!”, El 10 de junio de 1971 en el cine mexicano” de Miguel Ángel García Mani; “Diez de corpus”. Evocaciones a la masacre del 10 de junio” en una canción de José de Molina de
Rigoberto Reyes Sánchez; “¡La lucha de Nuevo León es la lucha por la democracia!”, de Edna Ovalle Rodríguez; “Los Comandos Armados del Pueblo y el 10 de junio” de David Cilia Olmos; y “Ayotzinapa en el marco del 10 de junio de 1971” de Pedro Ortiz Oropeza y Alba Martínez Carmona.
Como podemos observar esta compilación posibilita revisitar el 71 desde diversos ángulos y enfoques, no solo políticos, sino también culturales como la música y el cine.
En este caso recuperamos algunos puntos del artículo “¡La lucha de Nuevo León es la lucha por la democracia!” de Edna Ovalle Rodríguez, pues es importante reseñar que los acontecimientos de 1971 en gran medida surgen del movimiento estudiantil en tierras regias, en la UANL.
Como señala un texto de la CNDH: “A finales de la década de 1960, en la UANL profesores como estudiantes presentaron una ley orgánica donde se proponía un gobierno paritario. Gracias a ésta llegó a la rectoría Héctor Ulises Leal Flores en 1971. En total desacuerdo, el gobierno redujo los presupuestos y obligó al Consejo Universitario a aprobar un nuevo proyecto de ley donde se suprimía la autonomía de la universidad. Por ello, los estudiantes salieron a las calles a manifestar su descontento y, quienes integraban el comité estudiantil, pidieron a las demás universidades del país su apoyo. Tanto la UNAM como el IPN respondieron, decidieron unirse y realizar una manifestación masiva el 10 de junio de 1971.” (CNDH). El movimiento de la UANL desembocó en una huelga que fue desalojada por el gobierno del estado, hecho que significó el proemio de que los estudiantes de la capital del país volvieran a salir a las calles después de los traumáticos y dolorosos sucesos de la represión del 2 de octubre de 1968.
Nos narra Edna Ovalle: “Sabemos que, en las asambleas estudiantiles previas a la marcha, la discusión de asistir o no fue controvertida. Salir a las calles para manifestarse no era nada fácil después de la masacre del 2 de octubre en Tlatelolco. Para algunos dirigentes estudiantiles no resultaba muy prudente u oportuno, por lo que la decisión fue polémica; se discutieron pros y contras para, finalmente, decidir impulsar y acudir a la marcha con las siguientes demandas, como lo informa un volante del CoCo, dirigido a obreros y estudiantes: democracia sindical, libertad inmediata e incondicional de todos los presos políticos del país, democratización de la enseñanza, apoyo a los estudiantes y maestros de Nuevo León y rechazo a la reforma educativa antidemocrática, entre las más importantes. Al revisar la propaganda emitida antes y durante la marcha, se observaron variantes en las demandas de acuerdo con cada escuela; sin embargo, todas coinciden en un objetivo: apoyar a los universitarios de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL).”
En su texto Ovalle reconstruye los sucesos del 71, y la relación del movimiento de la UANL con los estudiantes de la UNAM y de las instituciones de educación capitalina desde el hallazgo de un volante: “Entre las hojas de un libro adquirido en una librería de segunda mano en la Ciudad de México, apareció un documento cuyo encabezado decía: ¡¡La lucha de Nuevo León es la lucha por la democracia!! Era un volante tamaño carta, impreso por ambos lados, en papel revolución, escrito en máquina mecánica e impreso mediante esténcil de cera en un mimeógrafo. El documento estaba maltratado, pero era legible, a pesar de haber sido elaborado casi medio siglo atrás. Se trataba de un volante firmado por el Comité de Lucha de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, fechado en la Asamblea General el lunes 7 de junio (1971) donde seguramente se discutieron los pros y los contras de la participación estudiantil en la marcha del 10 de junio”. En aquella época donde el contexto de la comunicación era diametralmente diferente a hoy en día, resalta que, a través de volantes y medios de comunicación alternativos, los estudiantes lograron comunicarse e integrarse, para sacudirse el miedo, volver a participar por sus ideales y organizarse en un frente inter universitario que de no haber sido por la brutalidad del gobierno se hubiera convertido en un movimiento nacional emergente.
Como sintetiza Ovalle: “La estrategia de engaño y simulación del gobierno de Luis Echeverría intervino arteramente para mediatizar, confundir y negociar el conflicto regiomontano que se perfilaba como la posibilidad de una reactivación del movimiento estudiantil. En Monterrey, entre tanto, la desmovilización, la represión, la negociación de espacios de poder y el cansancio de los diferentes actores del movimiento estudiantil actuaron en contra. La represión a la marcha del 10 de junio fue la puntilla para las aspiraciones de democracia de muchos activistas universitarios, mostró el lado más oscuro del régimen y facilitó el paso al inicio de otro capítulo de la historia nacional”.
A la luz de no olvidar los hechos del 71 para redimir con nuevas voces, nuevas luchas, nuevos rostros la alegría e imaginación de los jóvenes caídos en las calles y que soñaron con un país de igualdad, fraternidad y libertad, el libro 10 de junio no se olvida: organización estudiantil, narraciones y memoria del Halconazo de 1971 es un mosaico de todas las tonalidades, imprescindibles para comprender que los cambios sociales de hoy, tienen un anclaje con quienes incluso ofrendaron su vida, palabra y acción.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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